África y yo nos conocemos hace como 32 años. Ella se lucía cada sábado al medio día en un documental que daban, creo, en canal 13. También se dejaba ver durante la semana, en la conocida serie “Daktari”. En esa época mi atención se la llevaban casi exclusivamente los animales que viven tan libremente en sus territorios. Poco a poco me iba enamorando. También una tarde mi abuelo me llevó al cine a ver la película “Los dioses deben estar locos”, rodada en Bostwana. Ahí también sus tribus comenzaban a captar mi atención. Con el correr de los años, la tecnología avanzó a pasos agigantados, aparecieron los canales de divulgación científica, Internet y la información instantánea. Podía verla cuando yo quería, siempre estaba disponible para mí. Palabras hermosas como Serengueti, Masai Mara, Kalahari, Kilimanjaro, Okavango y tantas otras retumban con frecuencia en mi cabeza.
Con el tiempo, los años me dejaban ver otras cosas de África que de chico no veía. África era mucho más que sus animales, sus tribus y esos nombres hermosos. África era una tierra ultrajada en mil sentidos. El contraste entre la belleza natural y la realidad social, lejos de amedrentarme y alejarme de ella, me llamaba, me hacía llorar… Ahora el “continente negro” también colaba en mi cerebro palabras como Soweto, Apartheid, Mandela, diamantes, Sida, colonias, pobreza, etc.
-Tengo que ir a verte personalmente, pensé. ¿Cuál es la maldita contradicción que hace que tanta gente quiera huir de vos como sea, mientras yo quiero visitarte y estar con vos? La imagino, pero no es lo mismo. Necesito que vos misma me la cuentes. Leí algunos libros que me ayudaron a entenderte pero no fueron suficientes. “Bajo el sol de Kenya” y “El factor humano”, ambos a su manera, lo intentaron. Me ubicaron un poco más. La película “Diamantes de sangre” relata también, aunque en forma hollywoodense, algunas viejas razones.
Muchas veces intenté visitarte y por diferentes motivos se me escapó la posibilidad. Hoy es un hecho, nos veremos las caras en pocos días. Yo no sé si vos estás tan feliz, pero yo… ni te cuento!! No te voy a pedir nada, lo que me brindes va a estar bien. Soy yo quien está enamorado de vos.
Viajo con mil preguntas. Te llevo mi magia. Quiero ver tu fauna en libertad, conocer tu gente, comer tu comida, caminar tus suelos, dormir tus noches y mirarte a la cara.
No sé cuánto de tu territorio dividido con un lápiz, cual repartija arbitraria de tu mapa, podré visitar.
Esperame. Ya salgo. Estoy inmensamente feliz. Voy a conocerte. Voy a corazón abierto.
Dino