Revista Psicología

A decir verdad

Por Rms @roxymusic8
(Image source: epdlp.com)

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A la hora de decir la verdad, cuesta mucho sacarla a brillar en cualquier momento, en diferentes ámbitos y en la compañía de amigos. No os voy a mentir, cuesta decir la verdad. Al mismo tiempo pienso que esto es así porque no nos hemos enterado de qué va y el bien que nos puede hacer. Cuando vamos con la verdad por delante, todo en nuestra vida se unifica, es coherente y no tiene doblez. ¿No es esto lo que anhelamos?

Hoy, en tiempos donde se requiere transparencia, prima que ésta venga a través de las personas y así debe ser. La mayor transparencia que se pide en nuestra sociedad es la de las compañías y empresas en relación a sus cuentas económicas. Parece ser que si no vemos, no creemos. Cuando se muestra la verdadera cara no hay lugar para el desengaño ni para la desconfianza, y sí para la esperanza y la apuesta segura. Qué bien hace a uno mismo, a los demás, a la sociedad y a la vida misma ir con la verdad por bandera, como compañera del día a día. Ninguna sensación de inquietud, ningún momento de mal trago y, lo que es más importante, llenos de paz interior.

La verdad se identifica con lo bueno, lo bello y lo auténtico. Todo lo que respire e inspire esto, es el buen camino. En la verdad nos encontramos y nos realizamos. A través de la verdad reconocemos nuestro camino y lo recorremos sin ningún tipo de miramientos. Con la verdad siempre se sale ganando, aun en circunstancias que así no lo parezca. Por la verdad conseguimos cualquier meta digna y nos valoran como personas de confianza.

Escribo sobre la verdad a raíz de completar una encuesta sobre un servicio prestado. No era una del tipo de respuestas cerradas, sino totalmente lo contrario. Invitaban al usuario a dar su opinión. Entonces pensé en la consecuencia de haber colaborado en este encuesta. En ella se pide que se opine, con libertad, de una realidad para sacar conclusiones, mejorar o cambiar algún aspecto. Y esto es lo que ocurre en nuestras vidas cuando decidimos ser objetivos y humildes. Con las verdades ajenas y propias colaboramos para construir. Aquella empresa no tuvo miedo de preguntar por la calidad de sus servicios ofrecidos y por ello, va a recibir su premio: orientarlo al servicio de la sociedad.

Por tanto, decir la verdad siempre es bueno, con ella construimos, a través de ella aportamos y en ella vivimos con dignidad. A su vez, tuve otra ocasión para pensar en los momentos cotidianos que nos piden ser sinceros con unos mismo, con terceros o con Dios. Entonces recordaba las veces en las que debemos decirle a un amigo por qué no lo tenemos en Facebook o por qué lo eliminamos del mismo. O a google por qué desinstalamos una aplicación suya o no queremos seguir recibiendo actualizaciones. Al mismo tiempo, pensaba en el momento de decirle a tu jefe por qué has llegado tarde o por qué no acabaste determinada tarea. O contarle a tu pareja que rompiste un vaso al fregar o que se te olvidó comprarle pan para cenar. Y sin ir más lejos, decirte a ti mismo por qué haces una cosa y actúas de una forma sabiendo que por ahí no andas por buen camino. O confesarle a Dios (a través de un sacerdote) todo lo que te avergüenza de tu vida pasada y presente.

Parecen cosas insulsas pero llenan nuestro día a día, y de ahí se va construyendo nuestra vida, nuestra coherencia de vida y nuestra madurez.


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