Gracias a la publicidad masiva de algunos grandes almacenes, la rebajas son omnipresentes. Las tiendas de ropa aprovechan para sacarse encima la moda ya “pasada”, las tiendas de hogar vacían sus estanterías para poder acomodar los adornos de primavera-verano y hasta los supermercados se inventan rebajas de productos varios. Parece que los descuentos de 50% o más ahora son la norma, algo que el pequeño comercio difícilmente puede conseguir. Así que hoy quiero romper una lanza a favor de todos los pequeños comerciantes que crean, que se arriesgan, que le dan vida al barrio y que apuestan por la calidad y el estilo personal.
Un mundo sin tiendas es un mundo hostil
A primera vista las grandes superficies y las cadenas de moda te facilitan la vida. Con un viaje ya lo tienes todo, y además más barato. Al mismo tiempo has visto otras tres chicas con la misma blusa. Además las naranjas que acabas de comprar ya no vienen de Valencia, sino de Argentina. Parece que el supermercado no es el equivalente exacto de las tiendas de barrio, aunque los haya suprimido.
El efecto social de cambiar las tiendas por un gran almacén no es trivial: se reduce la interacción directa de las personas, se pierde la diversidad en la oferta, y se produce un cambio de valores: donde antes importaba la calidad y la procedencia, ahora ya solo importa el precio. La competición se convierte en una espiral destructiva donde pierde el producto, los empleados y finalmente el cliente.
Cada Euro es un voto, cada tienda es un mundo
Curiosamente, la tienda que más publicidad puede hacer, menos retorno tendrá tu Euro invertido. Con el precio no solo pagas el producto, la dependienta, el lugar, sino también la gran pancarta en la autopista y el spot en hora punta de televisión. Para que siga siendo “competitivo” habrá que ahorrar en otro lugar, probablemente el sueldo de alguien o en la calidad de los ingredientes. ¿Realmente quieres fomentar esta situación?
La solución no puede ser el boicot completo a todo consumo, y sí la selección cuidadosa del modelo de negocio que quieres apoyar. Para que el dinero se quede en tu comunidad, para fomentar la creatividad de los emprendedores, para apoyar a la economía local vale la pena mirar más allá de la publicidad “tradicional”. Adéntrate en las pequeñas calles, compra por recomendación de tus amigos, lee el “sobre nosotros” de las tiendas online y decídete por los que dan la cara.
Alternativas las hay, en la calle y online
- Puedes comprar tu ropa en una cadena multinacional de moda, o puedes inspirarte en ebezee.com (si te gusta la inciativa, apóyalos en su campaña de crowdfunding) o la diseñadora que conociste en aquella feria de navidad.
- Puedes comprar tu té en el tea shop o sorprenderte mensualmente con la subscripción de Teterum. O si te gusta el té verde y japonés, puedes probar las delicias de Grinti.
- Puedes comprar un regalo en una gran superficie o puedes inspirarte en SoGoodSoCute para encontrar algo diferente, también en la vida real.
Quizás los supermercados y las grandes superficies son la solución más fácil, más cómoda y más conveniente. Pero tú eres más que eso. Tú tienes personalidad. ¡Muéstrala!