Revista Maternidad
Hace dos años, a esta misma hora, estaba cambiando a Joaqui entre contracción y contracción para que salga a pasear con mi suegra.La llegada de Emma era inminente. Las contracciones habían empezado suavemente durante la mañana (luego de algunas "falsas alarmas" los días anteriores), y poco a poco subían en intensidad. Sin embargo, eran soportables. Yo recorría la casa buscando la remera y las bermudas en el cuarto de Joaqui, las zapatillas que habían quedado tiradas en el living, e iba vistiendo de a poco al enano. Cuando sentía la llegada de una contracción, simplemente respiraba hondo y me ponía en cuclillas, porque así me lo pedía el cuerpo. Edith, la partera, había llegado hacía media hora, y había anunciado una dilatación de 4 cm. Cuando recuerdo el parto de mis hijos me pasa algo sumamente extraño. La sensación que tengo no es la de recordar con la mente, sino la de "recordar con todo el cuerpo". Como si cada célula que estuvo implicada en el nacimiento reviviera otra vez aquellas sensaciones. Es algo parecido a lo que pasa cuando uno siente un olor que trae el recuerdo de un momento de la infancia: se siente transportado a ese momento y a ese lugar, y hasta el corazón late fuerte como si hubiera podido viajar en el tiempo y todo volviera a repetirse, de tan vívida que es esa sensación."Sensación". Esa es la palabra exacta. Cuando pienso en el nacimiento de mis hijos, especialmente el día de sus cumpleaños, vuelven a mí todas esas "sensaciones". No el dolor físico, pero sí la sensación de estar otra vez de parto.Dos partos muy, muy distintos. Pero cada uno de ellos hermoso a su manera, porque fueron la llegada de mis hijos.Con Emma, las sensaciones son como oleadas. Una contracción aquí, que viene, sube, y se va, y que la paso en cuclillas en el living. Luego nada, como si todo volviera a su lugar. Otra contracción acá, mientras busco en el cuarto de Joaqui. Se va, y otra vez nada...Cuando finalmente Joaqui se va con su abuela, alrededor de las 11 de la mañana, la dilatación ya era de 6 cm. Me meto en la pileta, con agua caliente. Hernán sigue calentando agua, que va echando de a poco, para mantener la temperatura. Las contracciones son más intensas, pero increíblemente, cuando pasa el dolor, puedo charlar de cualquier cosa con Edith y Hernán. Voy buscando distintas posiciones. En cuclillas, en cuatro patas, sentada... siento que mi cuerpo me pide abrirse, siento que mi cuerpo se va abriendo... siento que Emma va abriéndose el espacio para venir al mundo.Cuando apenas ha pasado una hora, ya estoy dilatada completamente, pero yo no ni me lo imagino. Siento contracciones muy fuertes. Me ayudan a salir de la pileta, voy al baño, y me voy, al "planeta parto". De allí en más, mis recuerdos son confusos.Sé que Edith me ayudó a salir del baño, que cuando cruzaba el pasillo rompí bolsa, y apenas hubo tiempo para tirar algunas toallas en el piso y que Hernán me tomara de las axilas. Casi inmediatamente empecé a pujar, en cuclillas, sostenida por mi marido. Y 10 minutos después conocía a mi hija. La tenía en brazos. La miraba. La ponía en mi pecho. Ella solo berreaba.Y hoy, después de 2 años, con un clima prácticamente igual al de aquel día primaveral, revivo todas estas sensaciones, con mucha emoción, porque con el nacimiento de Emma pude sanar heridas, porque pude darle a mi hija una llegada al mundo respetada, a sus tiempos, que no eran los de otros, sino los suyos propios.Revivo esas sensaciones que, especialmente los días como hoy, vienen a mí como esos viajes en el tiempo que nos regalan algunos aromas de la infancia.FELIZ CUMPLEAÑOS EMMITA!