Le conocí en la bajada del carrer del Bisbe, junto a la catedral, sentado en el suelo y con unas monedas en la mano extendida.
— Luis Miguel, ¿hace un café? —y la tarde se pasó en un suspiro.
Castellano viejo, era locuaz, de fácil palabra y erudito. Y también escribía:
Antes de encontrar
la calma definitiva
quiero disfrutar
la calma en vida.
Quiero ahuyentar desengaños,
sobresaltos.
Busco paz, la intuyo en tu sonrisa;
por eso me encandila tenerte
antes de que llegue
la calma definitiva.
La calma
Sacado de su libro Poemario.
También ha dejado un bloc inacabado (Pobreza y luz) que perdurará, quizá, en los siglos de Internet.
Hasta siempre, amigo.