Revista Boda

A mí es que nunca me toca nada

Publicado el 19 septiembre 2014 por Ta @detrasdeunaboda

A mis 30 años puedo presumir de decir en un montón de ocasiones eso de ” a mí es que nunca me toca nada!”.

Lo decía cuando era una enana que echaba la quiniela sin conocer los equipos de fútbol, lo dije más de mayor quejándome de la poca suerte en los juegos de azar y lo digo ahora con los sorteos de internet.

Recuerdo cuando vi a Sonia de Mi Boda Gratis en el Programa de Ana Rosa contando todo lo que le había tocado para su boda y a mi abuela a mi lado diciéndome ” a ver si te espabilas, que mira esa chica, y a ti nada” y le dije “ya abuela, tengo muy mala suerte!”

Tengo muy mala suerte….

….pero luego me paro a pensarlo, analizo la situación y extraigo conclusiones:

1-Cómo me va a tocar la primitiva/elcupón/el euromillones o lo que quiera que sea si rara vez juego a ello.

2-Cómo me va a tocar algún sorteo de Internet si siempre que me voy a apuntar ya se me ha pasado el plazo. ¡Ojo! Que por no leer he llegado a apuntarme a un concurso dos meses después de su finalización. Y felicitado a un conocido por abrir un bar una semana después de cerrarlo, pero eso no viene a cuento.

3-Cómo me quejo tanto de que no me toca nada si para lo poco que me apunto me tocan cosillas.

Y es que mi lista de premios tengo aquel bingo de 500 euros que gané aquel domingo de lluvia aburrido,  varias pedreas en la lotería de navidad que compro año tras año en esa administración de LLanes, la colonia Esencia de Gijón que gané por Twitter hace unos meses, una cena en el Hotel Cristina allá por la Navidad pasada….  Vamos, que la cuarta conclusión puede ser que para lo poco que participo me quejo de vicio.

Cuando el pasado mes de Marzo fui a Novias con Morriña sabía que durante el evento tendrían lugar dos sorteos de los que molan todo lo molable y más pero iba convencida de que, con mi suerte, no me iban a tocar pero al menos a estos no se me pasaría el plazo de participar. Los sorteos, como ya os he dicho molaban todo lo molable y más: Una noche para dos personase en el Castillo del Buen Amor y una pareja de Babos personalizados de Papamoscas. Los sorteos ponían el broche de oro a un día genial descubriendo y conociendo un montón de productos y complementos para bodas.

Era Sevilla, primera noche de primavera y nosotras disfrutábamos de una cena de esas tan ricas que hacen que te saltes el protocolo y comas con las manos y te chupes los dedos en una terraza privada sólo para nosotras en el Restaurante Río Grande. A orillas del Gualdaquivir, en ese margen que tanto me gusta, con la Torre del Oro como testigo….

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Éramos 10 novias cruzando los dedos para que nos tocara alguno de los sorteos, para que la suerte se viniera con nosotros. La mano inocente para los sorteos fue Kike, el marido de Pilar de Ir de Boda que demostró que los maridos de las morriñeras molan mucho y nos siguen el rollo y no dudan en irse hasta Sevilla para que Pilar y Rocío no fueran solas. Kike se volvió a Madrid con las dos mujeres de su vida y con mi ¡¡gracias!! más cargado de ilusión del mundo.

Y es que allí, bajo las estrellas y al lado del río se sorteó la noche en el Castillo del Buen Amor y me tocó! A mí! A mí! Voy a volver a sentirme una princesa! ¿Sabéis esa ilusión la mañana de Reyes cuando te traen ese regalo que llevas meses pidiendo? Pues esa fue mi ilusión en esos momentos, la misma! Minutos después, conocíamos que la ganadora de los Babos personalizados era la propia Pilar!! Al final, un Kike nos había dado los premios a las dos morriñeras casadas con los Kikes. Casualidades de la vida.

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Y allí, entre risas, entre insinuaciones de soborno a la mano inocente y propuestas de regalos a base de jamón , le mandé un wasap a Kike que ponía “Me ha tocado, me ha tocado la noche en el Castillo del Buen Amor!” a lo que me respondió minutos después “¡Genial, al menos voy a disfrutar gracias a tu viaje a Sevilla!” Y es que, cuando una se va y lo deja en casa “De rodríguez” es mucho mejor volver con una noche en el Castillo del Buen Amor bajo el brazo que con un imán de una flamenca para la nevera.

Dos meses después, las dos disfrutábamos de nuestros regalos. Yo ponía punto y final  a mis vacaciones haciendo una parada en el Castillo del Buen Amor y Pilar recibía en su casa los Babos.

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