Los higos son ricos, son frutos integrales llenos de vitaminas, ricos en alimentación y en la zona de Próximo Oriente se utilizaban como medicina. Pero los higos solo crecen en las higueras. Cuando ves un higo en un árbol, miras y dices “esto aquí es una higuera”. Puedes juzgar la vida de un hombre de la misma manera. Dios exige que hagas ese tipo de juicio. Dios no quiere que tú estés delante de un hombre vil y corrupto y digas, “madre mía, qué hombre más majo, ¿verdad?” Puede que ese desgraciado incluso te caiga muy bien a nivel personal, pero si está en desobediencia, si su vida es corrupta a sabiendas, es exigible que reconozcas ese hecho y JUZGUES. NO te corresponde decir si un hombre va a ir al infierno o si debería estarlo (yo mismo he pensado muchas veces que el papa de Roma acabará en el infierno si de verdad cree en lo que dice), pero no nos corresponde realmente. En el mundo actual hay tanta corrupción, mentira e inmundicia que es inevitable no pensar en cómo la misericordia de Dios pretende perdonar a nadie. Pero tú no puedes condenar a ningún hombre a ir al infierno. No te corresponde. Tu labor es intentar educar a los hombres para que éstos puedan ver otras formas de ver la vida, pero el juicio final le corresponde a Dios.
Dicho eso, permíteme decirte que Dios nunca ha dicho nada bueno sobre el pecado y la maldad y, además, Dios nunca dice nada malo sobre lo que es bueno. Dios le da a cada cosa el valor correspondiente. Por naturaleza, el hombre es totalmente depravado y la Biblia no es un manual de psicología que pretende hacerte sentir bien sobre ti mismo. Hay algunos predicadores que se preocupan más sobre los sentimientos de sus parroquianos y no en la condición de las almas de esos mismos hombres. Hay predicadores, aquí mismo en Nueva York, en iglesias malditas que se ponen delante de una audiencia de hombres y mujeres impías, y debido a que éstos son miembros de la iglesia, los predicadores les tratan como si fueran auténticos hijos de Dios. Esa es una de las muchas maldiciones del mundo hoy en día. Las iglesias están llenas de personajes sin conversión que jamás han tenido un solo debate teológico real. El fruto que dan es el fruto podrido de la maldad, su naturaleza es la de un cerdo, están perdidos y sin arrepentirse de nada y en vez de darles un sermón con palabras que necesitan escuchar, que nadie les puede salvar menos la GRACIA DE DIOS, los predicadores les dan palmaditas en la espalda y los tratan como si fueran santos. Todo cristiano debe juzgar a otros hombres sobre los méritos de sus obras y conductas. Así es como Dios juzga y así es como Dios exige juzgar.
El juicio de Dios, no obstante, va más allá de esto. Se trata sobre la OBEDIENCIA. Cristo dijo: “muchos vendrán a mí en el día del juicio y dirán Señor, Señor, ¿no he profetizamos en tu nombre y echamos fuera a muchos demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros? (Mateo 7:22). Pero el Señor les dirá: “nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (v. 23).
En primer lugar, los hombres que le dicen esto a Cristo son unos mentirosos. Puede que estén auto-engañados, pero no dejan de ser mentirosos. Estos hombres pretenden dar como evidencia sus obras para que parezcan ser hijos de Dios y para quienes no conozcan bien la Biblia, efectivamente PARECERÁ como buenas obras. A ver, hay muchos católicos ultraderechistas que predican en el nombre de Jesucristo e incluso hay otros que, como el Papa de Roma actual, el payaso argentino, predican una política de “justicia social”. Cogen el Sermón de la montaña, lo sacan de su contexto y lo aplican al impío, a “todos”. ¿Quién aquí no ha oido eso de “todos somos hijos de Dios”? Jejeje…o la otra famosa frase “todos los seres humanos somos hermanos, deja de centrarte tanto en las diferencias….¡únete!, gritan…únete a Europa, no mires a tu patria particular, construye tu TORRE DE BABEL. Pues, Dios no los conoce.
Algunos hombres dirán que echaron a los demonios en el nombre de Dios. Nótese cómo funciona el modernismo actual: de eso trata precisamente el famoso “social gospel”, el Evangelio “social”. Dicen “vamos a quitar todo lo que mancilla nuestro gobierno y vamos a crear una gran sociedad dándole a los pobres lo que necesiten”. De hecho, el catolicismo celebra la pobreza de los seres humanos en vez de enseñarles cómo superarla. “Vamos a acabar con el racismo, con los guetos, con el machismo…” dicen que la ignorancia y la pobreza son demonios, en otros casos, pero en realidad no es cierto. La pobreza y la ignorancia desde un punto de vista teológico tienen que ver con el dominio de Satanás sobre los hombres después de la caída en el Edén. Este tipo de predicadores ni siquiera creen en los demonios personales. El hombre que quiera construir una iglesia “mundial” puede DECIR que está ungido por el espíritu santo, pero no es un sirviente fiel de Jesucristo. No importa qué “buena” sea la persona, si esa “bondad” no es bíblica, NO ES compatible con la iglesia libre. No importa que a ti te caiga bien el Papa o que te parezca majete, NO LO QUIERO en mi iglesia.
Lo que Dios condena como malo, no importa las veces que un hombre piense que es bueno, siempre será malo. “Apartaos de mí, hacedores de la maldad”.