Revista Cultura y Ocio

A mitad de Mayo

Publicado el 15 mayo 2016 por Elarien

A mitad de MayoSeguro que alguno agradece que espere a final de mes para escribir sobre libros pero, esta vez, no va a ser así, estamos a mediados y me apetecía hablar del tema. De todos modos el ritmo de lectura ha sido mucho más moderado que en otras épocas, por lo que esta entrada estará lejos de ser un catálogo de biblioteca.

El primer libro de mayo fue La escapada, de William Faulkner, la última novela de su autor y, al parecer, una de las más asequibles. Hace tiempo empecé El ruido y la furia y confieso que abandoné enseguida, sin embargo Faulkner es uno de los autores más admirados de Steinbeck y debía darle otra oportunidad. La escapada es casi una novela de enredo. El narrador es un niño de 11 años que, junto con el chófer y un polizón, aprovecha un viaje de su abuelo para hacer una escapada en el coche de éste. Su destino es Memphis. En un prostíbulo de esa ciudad es donde empiezan sus problemas. La trama es de lo más entretenida, y bastante imprevisible, se lía por momentos: un trueque, una pérdida, un caballo, un viaje en tren, una carrera, una apuesta... Más que a todas esas complicaciones, lo que a veces cuesta es seguir es el hilo de las larguísimas frases del escritor (un rasgo característico del estilo de Faulkner). La recreación del ambiente es estupenda, los personajes y sus motivaciones de lo más singulares y el final de lo más emocionante. Realmente muy divertido y, sin duda, de lo más recomendable para empezar con este autor.
Por supuesto, Steinbeck no podía faltar en mis lecturas y, uno de los libros que aún me faltaban era The Pastures of Heaven (Penguin Modern Classics). Un valle, cuyo nombre original en español es las Pasturas del cielo, es el nexo de unión entre los relatos que conforman esta novela; sus habitantes son sus protagonistas y sus secundarios. Con frecuencia, el episodio relatado no es más que un fragmento del día a día, alguna pequeña contrariedad, algo que no sale como se espera, pero ese algo tan simple basta para dotar de humanidad y naturalidad a los personajes y también para abrir el espacio del escenario: las granjas, el cielo, la llanura, los caminos de tierra, las colinas y las montañas que limitan el valle. Las historias de Steinbeck no se leen, se respiran.
Viajes Con Una Burra Por Los Montes De Cévennes, de Robert Louis Stevenson, es una de las novelas que Steinbeck menciona, además varias veces, en uno de los episodios de The pastures of heaven. Se trata de uno de mis capítulos favoritos, supongo que porque encontré que guardaba un cierto paralelismo con Cannery Row y porque también comparte con esa novela su delicado sentido del humor y la misma visión sencilla de la vida. Con semejantes alicientes, tenía que leer el libro de Stevenson, que es casi una Biblia para sus protagonistas.  El autor escocés narra su marcha por los montes Cevennes, en el Sudeste de Francia, acompañado de una burra, Modestine, que no le presta la ayuda con la que él contaba al hacer sus planes. La ruta no siempre es la trazada, la lentitud del pollino, la noche, la lluvia y la falta de guía hacen que pierda el camino más de una vez, sin embargo no deja que los contratiempos le desanimen y continúa con su vagabundeo por esos lares. Además de las descripciones del paisaje, Stevenson hace referencia a la historia, en concreto a las guerras religiosas, el levantamiento de los Camisards a principios del S XVIII contra un decreto de Luis XIV que prohibía el culto protestante. A pesar de la recomendación de Steinbeck, me resultó un libro agradable, sin más.
A flor de piel, de Javier Moro, fue un préstamo de la Señora, y cuenta la interesantísima historia de la Real expedición filantrópica para introducir la vacuna de la viruela en América y Filipinas, una expedición complicada no solo por las reticencias ante algo tan novedoso como esa vacuna, sino porque los vehículos para transportarla son un grupo de niños a cargo de una mujer. Es una cruzada llena de aventuras, desventuras, éxitos, esperanzas y sinsabores en la que los paladines no siempre encuentran la ayuda esperada sino que, con frecuencia, han de enfrentarse a la ambición y a los intereses personales de los encargados de ayudarles en su misión. El libro está muy bien documentado y, aunque con altibajos, mantiene el interés. Merece la pena.
De viaje en viaje, ya sea por la Provence o dando la vuelta al mundo, no hay que olvidarse de los del Quijote. En El viaje de Don Quijote, al igual que hizo Azorín en el 300 aniversario de Cervantes, Julio Llamazares, en el 400, realiza tres trayectos, correspondientes a las tres salidas del hidalgo. En la primera coincide con "La ruta del Quijote" de Azorín que, junto a la novela de Cervantes, le sirve de referencia a la hora de comparar el entonces y el ahora. Azorín no hizo más rutas, viajar no era fácil por aquel entonces, pero Llamazares, con su coche, llega hasta Sierra Morena en la segunda, y comenta los episodios correspondientes de la obra de Cervantes, y a Barcelona en la tercera (aunque, a diferencia del hidalgo, se detenga en Zaragoza, como el de Avellaneda). En cada capítulo ofrece un pequeño repaso, muy conciso, de las aventuras más significativas del caballero en cada lugar. Es un libro breve, que se lee con facilidad y que sirve para ubicar la gran obra de Cervantes.
Ladrones de tinta, de Alfonso Mateo-Sagasta, nos habla de otro Quijote, el de Avellaneda. Su aparición, y la investigación sobre su autor, lleva a Isidoro Montemayor, el protagonista, y aspirante a hidalgo, a ponerse en contacto con algunos de los personajes más relevantes del siglo de oro: Cervantes, Lope, Tirso de Molina, Quevedo... La ambientación, tanto en los barrios altos como en los bajos fondos, es muy buena, y las menciones al contexto histórico resultan de lo más entretenidas además de quedar bien imbricadas en la trama de la novela, con menciones a Felipe III y su valido, el duque de Lerma, y las aspiraciones al virreinato de Nápoles del duque de Osuna. Las prácticas médicas dan pavor, no sé cómo los enfermos sobrevivían a los matasanos de entonces. Sin duda una buena novela, de esas que, además, sirven para aprender y afianzar conceptos.
Marcellin Caillou (Folio), de Sempé, es un cuento para todas las edades narrado a base de ilustraciones sencillas, con algunas viñetas y pies de página. Es un precioso relato sobre la amistad, sobre cómo los amigos nos hacen felices al tiempo que consiguen que olvidemos aquello que no podemos controlar, una historia sencilla que deja buen sabor de boca, aunque para esta edición (de bolsillo) conviene gozar de buena vista porque algunas viñetas son muy, muy pequeñas.


A mitad de Mayo El curioso mundo de Calpurnia Tate de Jacqueline Kelly, es la continuación de La evolución de Calpurnia Tate, del que ya hablé en su momento, hace unos seis meses. Estaba de oferta en Kindle Flash y no pude resistirme. Diría que me ha gustado incluso más que el primero. Corre el año 1900, Callie Vee, la protagonista, prosigue sus estudios sobre la naturaleza bajo la tutela de su abuelo. Su interés por la ciencia crece cada día, así como su afán de aprender y estudiar para labrarse un futuro. Sin embargo, se encuentra con que sus padres no comparten sus inquietudes hasta el punto de no recibir la misma consideración que sus hermanos varones. Sin embargo, a sus 13 años, se resiste a aceptar un papel de mujer convencional y está dispuesta a cambiar las tornas. Gracias a su prima, víctima de un huracán en Galveston, descubre que puede pedir una remuneración por llevar a cabo pequeñas tareas con las que, además, aprende, como la de ayudar al nuevo veterinario. La historia, narrada en forma de episodios, es muy entretenida, y no solo está bien escrita, sino que los personajes tienen encarnadura. Está claro que la saga continuará, al final del libro te quedas con ganas de más, y ya estoy deseando que salga el siguiente para descubrir cómo se perfila el futuro de Callie.


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