Revista Religión

A Pamplona hemos de ir...

Por Santos

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Pregunta: Hola, he buscado en vano a San Fermín... Mi esposo me dice que cuando le preguntó el nombre a su Santo, le vino a la cabeza el nombre de Fermín  ¿existe? Gracias.

Respuesta: Hola. Claro que sí, existe, y no uno solo, pero me detendré en el más conocido, aunque no por su vida, sino por los famosos encierros de toros que se realizan en Pamplona, España, por su festividad. Lo que se sabe de él es bastante legendario y de poco fiar. Aparece como obispo de Amiens (para colmo, hay dos San Fermín de Amiens más, uno celebrado el 11 de marzo y el otro el 1 de septiembre). El nuestro se celebra el 25 de septiembre y el 7 de julio.
Las primeras referencias son entre los siglos V o VI, y solo son intentos de reconstruir una “vida”, lo que indica que el culto es anterior y bastante sólido. Esta leyenda dice que nació en Pamplona, España, de padres paganos: Firmo y Eugenia. Sus padres se convertirían y su padre sería incluso obispo. La conversión ocurrió así: Firmo fue a sacrificar a los dioses en el templo a Júpiter, cuando el sacerdote San Honesto le dijo que los dioses paganos eran nada y no tenían poder alguno. Firmo le dice: "Muéstrame algo mejor", a lo que Honesto le habló de Saturnino, su maestro, a la sazón, obispo de Tolosa y que, coincidentemente, pasaría una semana más tarde por allí. Instruidos y bautizados, el niño Fermín fue educado por Honesto. Fermín creció fue ordenado sacerdote y obispo por el sucesor de San Saturnino, que fue San Honorato (21 de diciembre). Según la tradición pamplonesa, llegó a ser el primer obispo de esta ciudad. Luego iría, como obispo itinerante (hubo muchos de estos en la antigüedad) a evangelizar en Aquitania, Anjou y otras zonas francesas. Allí sufrió persecución por parte de los sacerdotes paganos, fue apresado y condenado por el gobernador Valerio a recibir azotes, por predicar el Evangelio.
Llegó a Amiens, donde fue proclamado obispo sedente de la ciudad, allí convirtió con la palabra y el ejemplo a varios nobles, magistrados y más de tres mil pobladores (en la imagen). Un noble llamado Faustino se convertiría y de su descendencia nacería el otro San Fermín obispo de Amiens, el del 1 de septiembre.
Fue mandado a apresar por los magistrados Sebastián y Longulo, fue encarcelado y comenzó un proceso en el que se le pidió que se retractara de su fe, pero se negó, manteniéndose firme. Ante la posibilidad de una revuelta popular, por el aprecio que se le tenía al santo obispo, le decapitaron en la cárcel se cree que, a más tardar el año 303. Su tumba se perdió y no fue hasta casi 400 años más tarde, en el siglo VII cuando lo encontró San Salvio (11 de enero), obispo de Amiens, que organizaría rogativas para que un milagro permitiera hallarla. Un rayo de sol la señala y al abrirla, una agradable fragancia lo inundó todo (que, por cierto, también la sintieron los obispos de
Beauvais, Noyon, Cambrai y Thérouanne, en sus respectivas sedes).
A pesar se saberse poco el culto se extendió por Francia, sobre todo el norte, por donde habría predicado. En Pamplona, ciudad que le reclama como hijo y primer obispo, ya aparece documentado el culto en el siglo XII, con la llegada de las reliquias desde Amiens, lo que habla que ya se le tributaría algún culto. En el siglo XIII, su fiesta alcanza la categoría de Rito Doble de Primera Clase (lo que hoy se llama solemnidad) y se celebraba su octava, del 10 al 18 de octubre (el 10 de octubre la ciudad de Amiens conmemoraba su llegada).
En el siglo XVI se trasladó al 7 de julio y luego se expandió por toda España y América sobre todo en el siglo XVIII, por la emigración e influencia navarra. En 1657 Papa Alejandro VII lo declaró junto a San Francisco Javier (3 de diciembre), patrón de la ciudad de Pamplona (antes y aún hoy, lo era San Saturnino de Tolosa).
Desde la Edad Media fue protector de toneleros, panaderos, comerciantes e invocado contra la sequía, el escorbuto y la erisipela.
A veces le acompaña un unicornio, pero no sé por qué. En Amiens se celebra su memoria, el 25 de septiembre, día que también lo recoge el Martirologio Romano. Como decía al principio, famosos son los encierros de toros por su fiesta en Pamplona (a ver si un día nos animamos los del blog, a ir). Un detalle interesante, el toro no tiene nada que ver en su leyenda o iconografía, mientras que sí aparece en la vida de San Saturnino de Tolosa (29 de noviembre), primer patrón de Pamplona; pues uno de sus castigos fue ser arrastrado por las calles atado a un toro.

 


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