Revista Opinión

A prueba

Publicado el 16 marzo 2020 por Jcromero

De vez en cuando, de manera individual o colectiva, la vida nos pone a prueba, como si nos examinara. En ocasiones, ese examen es un obstáculo imposible de esquivar al que hay que hacerle frente. Vivimos unos días que nos exige ser responsables, con nosotros mismos y para con los demás; días complicados en los que necesariamente tenemos que actuar siendo conscientes de la importancia del aislamiento y prevención, para cuanto antes hablar de esta situación en pasado.
Frigorífico y despensa suficientemente surtida, agua fría y caliente, wifi, hilo directo con quien deseemos, acompañados de nuestra familia más próxima y mucho tiempo libre para estudiar, leer, pensar, conversar... Desde este confinamiento de lujo para la gran mayoría de ciudadanos, observaremos a los chacales tratando de saciar sus ambiciones. Me refiero a los incapaces de empatizar y buscar el bien común; a esos que solo piensan en sí mismos y en sus aspiraciones. Pero, por encima de los carroñeros de turno, que ya están quedando al descubierto, esta situación también examina nuestra capacidad de afrontar las dificultades, nuestra madurez como individuos y como colectivo. Dicen que todo aficionado al fútbol lleva dentro un entrenador que sabe perfectamente qué estrategia plantear y qué jugadores sacar al terreno de juego. De la misma manera, parece que todos llevamos dentro un político que sabe qué hacer en cada circunstancia y ocasión. Y así, cualquier medida tomada nos parecerá exagerada o insuficiente. A los ventajistas de turno, una frase de Albert Camus en La peste: " Puede parecer una idea ridícula, pero la única manera de combatir la plaga es la decencia". Las consecuencias de esta pandemia serán trágicas por la muerte de personas y duras por la inevitable catástrofe económica. Pero de todas las circunstancias traumáticas se pueden extraer nuevas enseñanzas. Podemos aprender, por ejemplo que somos una especie tan débil que un virus nos pone en jaque; que no somos tan todopoderosos como pensábamos. También podemos tomar conciencia de la necesidad de actuar colectivamente como nos indican nuestros representantes institucionales para, entre todos, mitigar, en la medida de lo posible, la saturación del sistema sanitario, detener el ritmo de nuevos contagios y hacer valer el esfuerzo de quienes trabajan en los centros sanitarios.

La vida nos pone a prueba. Tal vez sea esta una oportunidad para ir quebrando rutinas y tomar conciencia de nuestra fragilidad y la del planeta. Puede que aprendamos a cambiar nuestra actitud y asumir que, en parte, todos somos responsables. Cuando salgamos de esta situación, que saldremos, ¿seremos capaces de replantearnos nuestra forma de vida, nuestra manera de consumir o nuestra manera de relacionarnos? Ahora tenemos tiempo, mucho tiempo, para pensar sobre todo esto y mucho más.


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