Por Antonio Costa Gómez
En todo caso les beneficia a los grandes empresarios que tienen que pagar menos sueldos y obtienen más beneficios.
Que pueden fabricar más cantidad, siempre más cantidad, y meterle sus productos en la boca a más gente.
Que nos les importa dejar en la cuneta a millones de personas porque ellos aumentan sus beneficios y el progreso de la humanidad consiste en que ellos tengan más beneficios.
Y ellos solos pueden disfrutar en California hierba de verdad y darles a sus niños cuadernos satinados de verdad y disfrutar con extensa fruición sus zumos hechos con naranjas de verdad mientras la mayor parte de la humanidad consume sus zumos de plástico.
Pero no beneficia a la mayoría de la población. No beneficia a millones de personas que se quedan sin trabajo, y aunque en teoría les den otro les darán otro trabajo más muerto y más alienante.
Porque el empresario grandioso les dice: tú, gusano, no sirves para nada, ni sirves para trabajar a tanto ritmo como mis máquinas, ni me das tantas cantidades como ellas, ni me proporciona tantos beneficios como ellas.
Por eso aparta, gusano de mierda, vete a las tinieblas donde no te vea, o si no métete en uno de esos millones de cubículos todos iguales que yo te vendo junto a las playas para destrozar las playas.
Y haz lo mismo que todos los demás gusanos que no me importan y no me molestes.
Y tampoco beneficia a los millones de usuarios a los que no atienden personas vivas sino máquinas muertas.
Porque el empresario les dice: tú, perdedor de mierda, no mereces ni siquiera que una persona te atienda, te mire, ponte como un número anónimo y estadístico delante de mis máquinas muertas que tienen que aumentar la cantidad, la cantidad, la cantidad.
Piérdete gusano, aprieta la tecla, y no me estorbes.