No les niego que mi hartazgo sobre la actualidad de la corrupción llega hasta extremos en los que empiezo a no creerme nada de nada. Estoy convencido de que la berlusconización de la sociedad es tan grande que ni el robo cometido por esa banda mafiosa instalada en Génova (Calle) cambiará el sentido del voto. Y eso me hunde la moral más que la astenia primaveral.
Pero aun así hay veces que hago el esfuerzo de contrastar la hipocresía para mostrar en el espejo que en este mundo de Alicias ya no quedan Maravillas.
Rubalcaba salía hace días presto a la palestra a defender el honor supuestamente mancillado de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado en relación a la sospechas que los familiares de Jon Anza tenían sobre su deceso, llegando a afirmar que “dará la orden de que se emprendan acciones legales contra los que “han calumniado” o “han injuriado” a las Fuerzas de Seguridad del Estado”.
Bien. Estén atentos a sus pantallas porque es inminente que D. Alfredo salga en algún telediario anunciando que ha dado órdenes a los servicios jurídicos del Ministerio para querellarse contra Alvarez Cascos, por imputar un delito gravísimo contra las Fuerzas de Seguridad del Estado, y por añadidura a la Señora Cospedal, que lleva ya un tiempo acreditada como conspiranóica mayor del Reino y que avala la tesis del muchachete del norte y a Mayor Imbecil, digo Oreja, que también se apunta a peón negro.
Pero esperen sentados, conste. Que el rasero no es el mismo, ya que la bula para denigrar al Estado conforme a sus intereses por parte del Partido Popular no parece que vaya a ser cortada de raíz por el Gobierno.
Ventanas del Falcón también se hace eco
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