Me temo que esta carta se le antojará algo así como una voz salida de la tumba, después de tantos años de silencio. Pero a pesar de esos años yo no aprecio ninguna diferencia en la claridad de «mi» memoria de los días en que nos comunicábamos. Ahora sé por experiencia cuán frágil es la memoria de un hombre de edad en lo que se refiere a nuevos acontecimientos y amistades (por ejemplo, apenas si han transcurrido unas semanas desde que conocí a unos amigos, entre ellos una lindísima pequeñita de unos doce años con la que estuve paseando, y ¡ahora no puedo recordar ninguno de sus nombres!), pero mi imagen mental de la que durante tantos años fue mi niña-amiga ideal es tan vívida como siempre. Montones de niñas-amigas he tenido desde entonces, pero han sido cosa bien diferente.
Mas si me he puesto a escribir esta carta no es para contarle todo esto. Lo que yo deseo preguntarle es: ¿tendría algún inconveniente en que se publicase en facsímil el manuscrito original del libro de Aventuras de Alicia (que supongo que todavía posee)? La idea se me ocurrió precisamente el otro día. Si, después de considerarlo, llega usted a la conclusión de que preferiría que así no fuese, el asunto se da por terminado. Si, por el contrario, su respuesta es favorable, le quedaría muy agradecido si me lo enviase (por correo certificado sería, supongo, lo más seguro) para que yo pueda considerar las posibilidades. Hace veinte años que no lo he visto y no estoy nada seguro de que las ilustraciones no resulten tan calamitosamente malas que sería absurdo reproducirlas.
No cabe duda de que, al publicarlo, se me podría acusar de grosero egoísmo. Pero eso no me preocupa lo más mínimo, porque me consta que no es ese el motivo que me anima a hacerle esta petición; lo único que pienso es que, teniendo en cuenta la extraordinaria popularidad obtenida por ambos libros (hemos vendido más de 120.000 ejemplares de los dos), debe haber muchas personas a quienes gustaría ver la forma original
Siempre su amigo:
C. L. Dogson
11 de marzo, 1885
* * * *
Mi querida Alice:
Apenas hay posibilidad de que esta nota te llegue antes de que me hayas olvidado. Alguien me preguntó si podía estampar algunas de las ilustraciones de “Alicia…” en lo que llaman las “latas para niños”. ¿Habíais oído hablar de algo así? Yo nunca, hasta ahora. Dicen que los niños las usan para guardar bizcochos o dulces, o cualquier cosa. Pero me parece que tú puedes encontrarle una utilidad mucho mejor a la que te envío. ¡Cada vez que Charlie se ponga demasiado travieso, puedes meterle adentro y ponerle la tapa! Entonces volverá a portarse bien enseguida. También envío una para él: ¡así que ya sabes si te pones traviesa tú!
He escrito vuestros nombres en las latas para que podais saber cuál es la de cada uno. Disculpadme la letra: no es muy fácil escribir en la lata.
Te envío mi mejor amor, para que lo dividas con tu hermano: y te aconsejo que le des dos tercios a él y te quedes con tres cuartos para ti.
Afectuosamente tuyo,
C. L. Dogson
7 Lushington Road, Eastbourne
15 de agosto, 1892