Hemos de aprovechar la sinergia que pueda surgir de un adecuado desarrollo de la intersectorialidad entre los diferentes agentes de la acción social, pues de otra manera, el flujo entre la demanda y los recursos necesarios para segmentarla no conseguirá los resultados que los diferentes modelos proyectivos predicen para dichas políticas.
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Porque de otro modo, y en concreto en el campo de los Servicios Sociales, el argumento conceptual puede verse modificado por las tensiones históricas del momento actual, lo cual sólo puede suponer verificar la necesidad de diseñar nuevas políticas que las confronten.
Ha llegado el momento de debatir sobre la oportunidad y la urgencia de estas medidas superando la fragmentación y apostando por el reconocimiento de la individualidad necesaria para asentar la cohesión social, integrando los actores necesarios e implicando a todos los sectores interesados en la implementación de un espacio sociosanitario cuya vertiente integradora permita articular respuestas a los graves problemas derivados de la aplicación de otros modelos.
Es necesario que estos debates incorporen tanto la óptica preventiva como la promocional y la asistencial, en un diseño que regule la presencia de cada sector y asegure las sinergias de las que hablábamos al principio.
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Querido lector, querida lectora. Si has tenido la paciencia de haber leído hasta aquí, lamento haber abusado de tu confianza, pero los párrafos que preceden carecen de cualquier significado lógico.
Es posible que suenen bien, incluso que pueda buscársele algún hilo conductor o algún sentido, pero no dicen NADA, aunque pueda parecerlo.
Tal vez el lenguaje, el contexto del blog en el que está escrito… pueda sugerir que se reflexiona o se propone algo para la política social o el sistema de servicios sociales, pero el texto no es sino una sucesión de términos y frases inconexas con un mensaje absolutamente vacío.
Vengo a señalar con ello un problema que me encuentro a menudo en las lecturas sobre política social, servicios sociales o Trabajo Social.
Junto a autores y textos con una concreción y claridad conceptual bastante notable, aparecen otros con los que, tras leer sus aportaciones, me queda la sensación de haber leído meras divagaciones intelectuales, alejados de la realidad y sin ninguna aplicación práctica, ni siquiera para favorecer el debate, fomentar la reflexión o provocar algún cambio.
Son discursos vacíos en los que a veces parece que algún instrumento suena bien, pero la melodía desafina irremediablemente.
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Y si éste es un mal endémico dentro de una misma disciplina, pongo por caso el Trabajo Social, la confusión se multiplica cuando el diálogo se produce entre diferentes disciplinas o áreas y se eleva exponencialmente cuando se pretende aplicar conceptos de las ciencias naturales a las ciencias sociales. Pero de esto último tal vez hablemos otro día.
Por hoy me parece suficiente con empezar a caminar por la senda de la claridad, la cual no está reñida con la complejidad. Nuestros proyectos, nuestros mensajes, deben ser claros e inteligibles tanto en la forma como en el contenido. Y para ello tenemos que hacer el esfuerzo de consensuar los conceptos sobre los que dialogamos.
De otro modo no conseguiremos comunicar adecuadamente lo que pretendemos y, por tanto, no podremos crear ni construir nada, pues desde el construccionismo social sabemos que es el lenguaje, y no otra cosa, lo que construye la realidad.
Porque la otra opción es encontrarnos escribiendo o leyendo textos tan vácuos como el que os he puesto al principio.
No sé si he sido claro.