Cuando nos pidan nuestros datos nunca sabremos muy bien qué quieren: la contraseña deberá tener al menos ocho cifras. O seis. O mezclar letras y números; o además signos de puntuación. El número de nuestra tarjeta de crédito deberá incluir los espacios, o tal vez no. Del DNI pedirán los números, o también la letra, pero en minúscula, o en mayúscula. Todo ello lo descubriremos cuando nos rechacen el formulario, a veces con indicaciones incomprensibles, tipo “Error 479”. Cuando regresemos para rehacerlo, no es infrecuente que tengamos que volver a introducir de nuevo todos los datos.En las aplicaciones móviles la cuestión puede ser aún más pintoresca, porque cada una puede ser completamente distinta, y la manipulación y la escritura en la pequeña pantalla del teléfono aumentará las posibilidades de error… En cualquiera de estas plataformas, la posibilidad de consultar dudas, o de comprobar si una transacción se ha cerrado efectivamente o queda en el limbo, es remota: en algunas páginas figura una dirección de correo (de resultados ignotos); en otras, la posibilidad de llamar a un teléfono de ayuda, lo que nos costará dinero, claro: ¡no lo van a pagar ellos! Y además nos meterá en el infierno de un call center. Pienso en la población española, cada vez más envejecida, con carencias visuales o cognitivas, debatiéndose en este universo siempre cambiante y que parece que ya no podemos eludir…Dado que los costes de manipulación de datos se nos han trasladado a nosotros, que además pagamos dispositivos, energía y consumibles; dado que ahorran en taquilleras, agentes de viajes y vendedores, uno podría esperar que los precios de lo que compramos en línea hayan ido bajando. Pues no. Se nos ha intentado convencer de que consultar la factura en la web, en vez de recibirla en papel en casa, es más “ecológico”. Se nos ha dicho que las operaciones bancarias digitales son para nuestra comodidad, pero ya están anunciando que nos las van a cobrar aparte.Yo, concluye diciendo Millán, como todos aquellos que vislumbramos una realidad en la que las interacciones digitales eran un elemento de progreso, me siento completamente estafado.
Dibujo de Eva Vázquez para El País
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
[email protected]La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)