Bueno, seguimos con la segunda parte de "A vuelapluma V"
Confio en manteneros enganchados hasta la próxima entrega!!!
...era un periódico, un simple y corriente periódico que no debía estar allí. Me aproximé al estante donde se encontraba situado y lo cogí a fin de averiguar qué tenía de especial aquel amasijo de papeles. Rápidamente mis manos comenzaron a juguetear con él intentando esclarecer cual podía ser su finalidad. Me decidí a deshacerme de la goma que lo mantenía enrollado y sin más dilación lo desplegué. Tan pronto lo hice, comenzó a destellar con tal intensidad que la estancia quedó iluminada por completo al tiempo que cegaba mis ojos. No pude continuar mirándolo directamente, así que aparté la vista hacia un lado justo un segundo antes de que aquel repentino fulgor comenzara a menguar hasta extinguirse por completo. Cuando por fin pude volver a mirarlo me percaté de que el pequeño hombrecillo se hallaba de nuevo junto a mí. Permanecía de pie, a mi lado, sin inmutarse, interrogándome con la mirada. Se hizo un silencio sepulcral que fue truncado por su voz.
-Que, ¿ha encontrado algo interesante?-Había un tono irónico en su voz que me desconcertó.
-Si-Respondí-desearía comprar esto.-mi mano se dirigió hacia mi bolsillo en busca de la cartera.
-No, no es necesario que me dé nada-se apresuró a decir.-lo ha abierto usted, así que ahora le pertenece.
No dudé en agradecerle el detalle y tras despedirme de él, me dirigía hacia la salida con andar apresurado. La curiosidad se estaba adueñando de mí a pasos agigantados. El el instante en que me disponía a abrir la puerta, sentí cómo una mano se posaba en mi hombro. Instintivamente volví la mirada y pude contemplar el rostro enormemente serio de aquel intrigante hombre.
-Tenga mucho cuidado. No es fácil controlar algo que no pertenece a este mundo.-me dijo clavando su mirada en la mia. Nos observamos fijamente durante un largo espacio de tiempo tras el cual dí mediavuelta y me alejé de aquel desconcertante lugar.
Caminé directamente hacia mi casa sin detenerme en ninguna de las paradas habituales que solía hacer en mis ratos libres como era el bar de mi buen amigo Kevin, donde siempre tomaba una taza de té y una copita de cognac. Pero aquel día no deseaba otra cosa más que llegar a mi hogar y buscar ese "algo" especial que no pertenecía a este mundo...
(continuará)