Ya he escrito un par de veces sobre el timo y la estafa de Bankia (en Julio de 2011, con motivo de su salida a Bolsa, y en Mayo de 2012, cuando se hicieron evidentes las muchas mentiras de su dirección para disimular el descalabro). Sin embargo, su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri, me inspira una cierta confianza, y me parece uno de los personajes más serios en el panorama de la banca española.
Desde esta mañana, ya no soy un pequeño impositor en Bankia. Tenía una cuenta corriente inactiva, heredada de Caja Madrid, de la que me han volado más de 50 euros en los últimos dos años, por repetidas comisiones y cobro por servicios, a cambio literalmente de nada. La abrí en su momento, hace más de veinticinco años, cuando me trasladé a Madrid para vivir. Durante un tiempo, fue mi cuenta principal, pero luego la sustuí por la de otra entidad que me resultaba más conveniente. Durante unos años, solamente la utilizaba para pagar por Internet los impuestos municipales del Ayuntamiento de Madrid (el IBI y el Impuesto de Vehículos). Los últimos seis o siete años no la he utilizado para nada, pero recibía cada trimestre un cargo de 6 euros de cobro por servicios, y otro anual de 17 euros por una tarjeta Visa Electron que no he utilizado en la última década. Hoy me personé en la oficina de Bankia y, tras algún penoso via crucis (un único cajero para dar servicio a una cola importante de clientes; en su mejor tradición, por lo que yo recuerdo) y más de media hora de espera, conseguí mi propósito. Eso sí, de los 57 Euros que quedaban esta mañana en la cuenta, sólo conseguí rescatar unos 52 y pico, pues hasta el último día me infligieron un nuevo rejón de cuatro euros y pico de cobro por servicios (???!!!).
Bueno, por fin he dejado de ser cliente de Bankia. Ahora sólo soy un timado más de los muchos que hay, por la OPV de Bankia en el 2011. Los 5.000 Euros que invertí en el 2011 (1.333 acciones) fueron menguando de valor a ojos vista con el paso de los meses, especialmente a partir de que se descubrió el pastel de Rato, las cuentas sin auditar y los infinitos agujeros de que gozaba tan histórica entidad (bueno, históricas las cajas fusionadas en Bankia, en mi caso, Caja Madrid).
Ya en 2013, la situación se deterioró todavía más, de modo que hubo días en que estaba perdiendo el 98% de la inversión inicial, ya que la acción sólo se cotizaba por unos pocos céntimos de euro.
Luego vino el contrasplit (un acordeón de toda la vida). Primero se redujo el valor nominal de las acciones antiguas a 1 céntimo de euro, y a continuación se agruparon 100 acciones antiguas en 1 acción nueva, para que las nuevas acciones tuvieran un valor nominal de 1 euro.
Como resultado de todo ello, mi inversión inicial se convirtió en 13 acciones nuevas, más un ingreso en cuenta de 33 céntimos de euro por los picos. De una cotización inicial de 17 euros para las acciones nuevas, su valor siguió desplomándose hasta que mis 13 acciones no representaban más que un valor de 146,90 euros, es decir, un 2,94% del desembolso inicial con la OPV (o lo que es lo mismo, el 97,06% de pérdidas), al cierre del pasado lunes 29 de Abril.
El martes 30 de Abril se puso en marcha una Ampliación Monstruo de Capital, en dos tramos. El primero, con suscripción preferente para los accionistas, puede representar un montante en el entorno de los diez mil millones de euros, mientras que la segunda, dirigida a poseedores de participaciones preferentes y deuda subordinada (que serán necesariamente convertibles en acciones) podrá representar unos cinco mil millones adicionales.
Los accionistas hemos recibido un derecho por cada acción. Con cada derecho podremos (si queremos) comprar 397 acciones a un precio unitario de 1,35 euros. Como es habitual en estos casos, el primer día de la Ampliación (el martes 30 de Abril), la cotización se dividió en dos, una para las acciones existentes y otra para los derechos. Los últimos días se han producido movimientos de tipo especulativo que nadie en el mercado parece entender con claridad. Lo natural sería que el valor de la acción tendiera hacia el valor que se le da en la Ampliación, mientras que la cotización del Derecho debería ser, en grandes números, el complemento hasta la cotización de la acción la víspera de la Ampliación.
Pero todo está funcionando al revés. Mientras que la cotización del Derecho se ha hundido hasta los 0,4050 euros al cierre de este viernes, el valor de la acción ha remontado contra natura hasta los 6,20 euros.
Los 5.000 euros de la inversión inicial yo los consideraba ya como una pérdida latente en su práctica totalidad (latente, porque todavía no he vendido nada). Pero ahora me enfrento a un dilema para el que toda ayuda, querido lector, será siempre bienvenida.
Con los 13 Derechos que poseo, tengo posibilidad de comprar 5.161 nuevas acciones, por un montante global de unos siete mil euros. Es decir, un desembolso total de unos doce mil euros, contando el inicial de la OPV más el de la Ampliación (si acudiera en su totalidad). Si la cotización se mantuviera por encima de los 2,32 euros, podría enjugar la pérdida latente de las acciones iniciales de la OPV, o incluso obtener algún pequeño beneficio.
Pero todo ello es muy raro. Entiendo que la excepcionalidad del caso, y la extrema volatilidad de la cotización (variaciones porcentuales diarias de dos dígitos) se deberá a factores que yo desconozco, y que todos los analistas afirman también desconocer. Claro que resulta anormal que una entidad del tamaño de Bankia, en estos días todo su capital se divida en solamente 19,94 millones de acciones (el Santander tiene 10.538 millones de acciones, o el BBVA 5.532 millones de acciones). Tras la Ampliación Monstruo para accionistas, el número podría rozar los ocho mil millones, y posiblemente estar cerca de los doce mil millones de acciones, tras la conversión de preferentes y deuda subordinada.
También resulta anormal que la mayoría de acciones estén en manos de la entidad matriz, el BFA (Banco Financiero y de Ahorros) que, a su vez, en la práctica está nacionalizada, tras las sucesivas inyecciones milmillonarias del FROB (la última, con fondos del rescate financiero de la Unión Europea).
La pregunta a la que habría que encontrar respuesta sería: ¿quién c... está comprando masivamente acciones de Bankia, a un precio que, de ninguna forma se va a sostener tras entrar en circulación la avalancha de nuevas acciones?. No me creo la teoría de los tiburones especulativos, porque a estos les mueve la esperanza de un rápido beneficio, y no creo que nadie en su sano juicio piense en la posibilidad de sacarle ningún beneficio a la venta de unas acciones compradas a precios tan abultados. Si hubiera tras estos movimientos alguna entidad con voluntad de constituir una minoría de control en el capital de Bankia, no tiene sentido que compre acciones estos días, cuando se van a diluir de forma bárbara, hasta por un factor de 397. Sería más razonable que compraran derechos, para hacerse tras la Ampliación con un número elevado de acciones a 1,35 euros la unidad. Pero la cotización de los derechos se ha desplomado hasta niveles ridículos, lo que viene a demostrar la falta de interés que tiene el mercado en esta Ampliación.
Cuando un pequeño inversor particular ve este tipo de movimientos especulativos inexplicables, la sensación es de que se mueve por ahí una ola gigante de comportamiento impredecible, y que si nadamos en aguas equivocadas, nos puede acabar engullendo sin piedad.
Sin embargo, debo reconocer que me tienta la posibilidad de enjugar por lo menos una parte de las pérdidas que ya he tenido con este valor. Algunos analistas predicen un valor objetivo (a 6-12 meses) en el entorno de los 1,90 euros. Si fuera a la totalidad de la Ampliación, y esta previsión se cumpliera, habría reducido las pérdidas latentes de casi cinco mil euros a poco más de dos mil. Eso sí, con un desembolso adicional de siete mil.
Para que se produzca un timo, es imprescindible la colaboración activa del timado. Y me tientan un poco esas estampitas.
Querido lector: tú, ¿qué harías?.
JMBA