Revista Cine

A Young Doctor's Notebook

Publicado el 11 septiembre 2014 por Jimmy Fdz
A Young Doctor's Notebook
Directores: Alex Hardcastle & Robert McKillop
  Hacía tiempo que tenía a esta serie en la mira, especialmente gracias a la tele, cuna de adelantos y breves clips que demostraban que ésta nos sacaría su buen par de carcajadas y a la vez nos llegaría por su oscura carga dramática. Pero de aquello ya ha pasado tiempo, un año o más me atrevería a decir, hasta que nuevamente la tele hace lo suyo y vuelve mostrar adelantos. A propósito, la televisión, al igual que la radio, es un ciclo, y uno bastante pequeño: películas, series y cuanta cosa más, se repiten periódicamente con tal de suplir la falta de material -aunque sin tratar de levantar nuestras sospechas-. En la radio es peor: hay ocasiones en que escucho la misma canción -en la misma estación- cuatro o cinco veces a la semana, lo cual resulta obsceno. Siempre me irrita, aunque me relajo pensando que tampoco paso mucho tiempo escuchando radio, sólo cuando manejo. Volviendo a la serie de esta entrada, mientras daban un adelanto, mi madre, que estaba en la habitación, señala que la serie es muy buena y que le gustó bastante. Y yo dije, por qué no.
  Un doctor, que más adentrada la serie sabemos que se llama Nika -Mika me aparecía en los subtítulos, pero éstos ya me han engañado antes, siendo el más serio engaño el hacerme creer que el apellido de Peggy de "Mad Men" era Olsen, y no el verdadero: Olson-, en la Rusia de 1934-35, está siendo investigado por oficiales que indagan en sus pertenencias. Entre los hallazgos aparece un pequeño cuaderno con escritos del doctor versión joven, en aquellos tiempos de la Rusia de 1917-18 -época de la revolución que sacó del poder al régimen zarista- cuando fue enviado a la remota región de Muryevo para hacerse cargo de un pequeño hospital.
  La lectura de su propio diario es una oportunidad para mirarse frente a frente y reflexionar sobre su pasado, con todo lo bueno y malo que eso conlleva.
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  Antes de adentrarme en cualquier impresión más detallada, considero necesario comenzar con valores productivos: primero que todo, los directores son sólo eso, directores; los creadores de la serie, nunca especificados de manera clara, me parece que son los tres guionistas involucrados, Mark Chappell, Alan Connor y Shaun Pye, quienes se basaron en la obra autobiográfica del escritor ruso Mikhail Bulgakov, nacido en lo que hoy es Ucrania -eran otros tiempos, había un imperio-, quien antes de ser escritor fue médico -de lo contrario ya no sería tan autobiográfica la historia, ¿no?-.
  Sé que en este caso son más importantes los guionistas, pero no iba a poner a todo el ejército de responsables creativos arriba del primer párrafo; tampoco iba a poner "varios". Desde luego, uno no llega a una serie como esta por estos nombres que para mi eran desconocidos... uno llega por el nombre de los actores que interpretan al doctor en sus dos versiones, la joven y la "más mayor": Daniel Radcliffe y John Hamm. Nada más y nada menos que Don Draper y Harry Potter juntos y revueltos, compartiendo penurias, arrepentimientos y vergüenzas. Don... perdón, John Hamm también es el productor ejecutivo, algo que denota estaba totalmente interesado. En cualquier caso, la dupla conseguida es, a primera vista, sensacional. Y luego de haber visto los ocho episodios de veinte minutos cada uno -repartidos en dos temporadas de cuatro cada una-, la sensación es la misma: actores que notoriamente están en su salsa, o al menos pasándolo requete-contra-bien; los dos tienen una química notable que se logra transmitir al espectador, además de actuar muy bien y dotar al doctor de la carga dramática propia de cada edad en que lo vemos.
  Todo un personaje este doctor, a quien conocemos en dos facetas opuestas: sin duda alguna, un personaje complejo y muy entrañable, a pesar de lo despreciable que a veces puede ser. El pobre es un humano, simplemente humano.
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  En primera instancia, "A young..." se erige como una serie que quiere sólo entretener con su humor absurdo, totalmente hilarante y delirante a partes iguales. El primer episodio probablemente sea uno de los mejores de los ocho que componen ambas temporadas: me parece un perfecto equilibrio entre darnos un montón de información en veinte minutos, que es prácticamente nada para series que cuentan una historia clara a lo largo de sus episodios -contrario a otras que apuestan por "un episodio:una historia nueva"-, y los gags, que a todo esto, están muy bien incluidos. Pero, de entre todo lo que podemos disfrutar en el primer episodio, falta algo sumamente importante que, cuando aparece más adelante, establece un choque con los gags, el elemento humorístico -porque plantea también un cambio de tono que se demora en afianzar-: la morfina y la adicción que genera ésta en el doctor. Yo nunca había leído la sinopsis oficial de la serie, y al principio pensé que ésta era la historia de un doctor que, con motivo de volver a leer su diario, se introduce en sus propios recuerdos, interactuando con su Yo joven, pero la sinopsis es clara: un doctor adicto a la morfina "vuelve" a su pasado para buscar los motivos de su adicción.  En todo caso, antes de continuar con el problemilla recién descrito, mejor termino de mencionar la parte del buen sentido del humor de la serie. Es gracioso que, siendo una serie situada en Rusia, los personajes hablen en inglés y con distintos acentos: John Hamm no se despega de su acento estadounidense así como Radcliffe no lo hace del suyo inglés; por lo demás, los personajes restantes varían del acento ruso, pasando por el mismo inglés de Radcliffe hasta una especie de irlandés. Quizás no sea importante, pero a mí siempre me causó gracia, en el buen sentido de la palabra: no lo veo como un error de verosimilitud. Y desde luego que tenemos el humor mucho más desaforado, aquel que se permite reír de enfermos de sífilis, de partos complicados, niñas semi-muertas, malos entendidos amorosos, que el doctor versión joven exprese su desazón porque alguien esté vivo -lo que significa que tiene que trabajar cuando preferiría inyectarse algo de morfina-, etc. El humor desbocado, incorrecto y ferozmente punzante es marca de la casa, pero, bajo mi punto de vista, no es el fuerte de la serie, y por momentos llega a ser un tanto forzado y una barrera al verdadero fuerte de "A young...".
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  "A young..." no es una comedia a secas, le sigue la etiqueta de "negra": comedia negra. Y no es una comedia negra por nada, pues efectivamente la trama que se nos relata explora y profundiza en los rincones más oscuros de la mente y el ser de un adicto que es doctor -o un doctor que es adicto- con comicidad. Al principio yo me la estaba pasando bien con todo ese humor irónico y malintencionado -en el buen sentido de la palabra; toda palabra que pueda sonar negativamente en primera instancia, en realidad está escrita con buenas intenciones, bajo el buen sentido de la misma-, pero comenzaba a preguntarme de qué iba realmente la serie, pues si todo lo que iba a ver eran pequeñas historias autoconcluyentes muy graciosas, para eso veo "Ren & Stimpy", que también tiene un sardónico y satírico sentido del humor, sólo que en episodios más cortos.
  Pero por suerte llega la veta dramática del adicto, que comienza un camino lleno de equivocaciones que en el futuro le perseguirán terriblemente: la culpa.  Éste, después de todo, es un paseo a través de los fantasmas y demonios de un hombre atormentado por su adicción y por sus propios errores. Esto hace que el negro sentido del humor sea aún más negro, aún más doliente y destructivo. Me parece un completo acierto el mecanismo utilizado para que los dos doctores interactuen entre sí: la mayor parte de la trama transcurre en el pasado, con el joven e inexperto doctor recibiendo las visitas de su contraparte experimentada y mayor, quien tiene que mirar con profunda vergüenza su comportamiento, agigantando la terrible ironía de la vida: el pasado no se puede cambiar: John Hamm, por más que "actuaría" de otra manera, ve que en realidad hizo todo lo contrario, todo lo que "ahora" no haría por nada del mundo. "Sé caballero, sé buena persona, sé generoso, sé responsable, deja la morfina", palabras vanas que incrementan la tortura de verse a sí mismo siendo un completo desgraciado -me gusta su palabra en inglés: "prick"-. Este mecanismo muestra con efectividad la oscuridad y desesperación de un adicto, atormentado por sus arrepentimientos tardíos. En el pasado siempre fuimos imbéciles, jaja, si no hablen con mi Yo de quince o dieciséis años... dios, vaya tipo que era.
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  Ahora, separando ambas temporadas, debo decir que la segunda es completamente superior a la primera, que sufría bastante de ese choque de fuerzas, entre el humor absurdo y el oscuro drama personal del protagonista. La primera es una temporada rara: comienza siendo una comedia alocada pero sin mucho sustento, y termina siendo aquel paseo adornado con demonios y fantasmas personales que, sin embargo, no se cimientan bien, pues aparecieron tardíamente; funcionan, pero no calan hondo en el espectador: se entiende pero no se siente -aunque un par de escenas sí que quedaron de lujo-. En ocasiones se notaba la inconsistencia y la temporada primera se siente demasiado desequilibrada. El síntoma que más refleja lo anterior es el montaje utilizado: demasiado veloz para su propio bien: mucha rapidez es buena para la comedia alocada y física, pero no tanto para esa tensa calma -o tortuosa "lentitud"- que vivía el doctor en sus momentos introspectivos. Por lo mismo, ésto último no se alcanza a apreciar ante la velocidad del montaje y deja con gusto a poco, pues el desarrollo pudo ser mejor. Para el fin de la primera temporada yo sentía una sensación agridulce: me divertí y algunos momentos dramáticos me parecieron geniales, pero a nivel general, el conjunto era flojo y apresurado, no alcanzaba a tener la profundidad que claramente se necesitaba y que se podía lograr si es que los responsables hubieran estado más atentos a lo que la temporada necesitaba específicamente.  Afortunadamente, luego llega la segunda temporada y su perfecto equilibrio: el humor funciona no como un ente propio que sólo busca risas, sino como un elemento narrativo que fortalece la oscuridad que viene con la adicción. Los cuatro episodios me parecen sólidos y se entienden mucho mejor que los del primer ciclo. Gracias a esta segunda temporada, la etiqueta de "comedia negra" le queda como anillo al dedo -hoy parece que cualquier cosa puede ser llamada comedia negra; primero hay que tener sentido del humor, elegante a la vez que incorrecto-. Es en esta segunda temporada en la que realmente vemos la lucha entre la adicción a la morfina y el buen camino del profesional, por lo que el dolor de mirarse al espejo, al pasado, se siente más vívido y real. Ahora el personaje cae bien no porque sea gracioso, sino porque sentimos empatía con él: hasta cierto punto, comprendemos su angustia y su necesidad de evasión psicotrópica.
  En otros aspectos, los secundarios me gustaron bastante, especialmente el asistente del doctor, lleno de matices y que, por qué no, también podría ser protagonista de su propia serie. Los episodios están bien escritos -los de la segunda temporada me parecen geniales, así como el primerísimo-, bien dirigidos y tienen buena banda sonora. Formalmente no hay mucho que reprochar, salvo el fuego falso y que, en los momentos cruciales y de exterior, se notaba el poco presupuesto del que disponían. Al menos la sangre no era falsa y tienen la misma desfachatez para mostrar lesiones y cuerpos rotos que la que hoy muestra "The Knick", una cochinada deliciosa y también muy bien hecha.
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  Lo dicho, "A young doctor's notebook" es una serie que comienza bien, luego da tropezones pero que se recupera y reivindica con su segunda temporada, un verdadero drama con toques humorísticos, en vez de ser una comedia con toques dramáticos -como lo fue en el primer ciclo-. Parece que va a tener nueva temporada, lo cual no estoy seguro que sea acertado, pues el final de la segunda temporada es perfecto y hermoso: lleno de dolor, pero con reivindicación y redención. Es el cierre ideal para esta historia.
  Definitivamente, les recomiendo la serie, no tanto por su primera temporada sino por la segunda, pero ya elegirán ustedes su favorita. Lo cierto es que mi sensación agridulce se convirtió en firme gusto y gozo, pues de que la calidad crece con cada episodio, efectivamente es así. Me recuerda un poco a cómo me sentí con "The Leftovers", la cual igual me tenía indeciso pero que con su tremendo final deja completamente embobado y encantado y emocionado y expectante.
La serie de hoy no es para tanto, pero terminé por disfrutarla.
A Young Doctor's Notebook

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