Abarcar mucho, apretar poco

Aunque con el tiempo se aprende, existen personas que quieren abarcar mucho en su primera consulta.

El tarot es una herramienta efectiva para reflexionar detalladamente sobre un problema, pero sobrecargar la consulta con docenas de preguntas es contraproducente, lo más parecido a querer aprenderse la lección el día antes del examen.

Sabes que estás abarcando mucho porque no has terminado de recibir una respuesta a la primera pregunta y ya piensas en la siguiente.

Te dominan los nervios, quieres pasar a otro tema porque quizá lo que descubriste en la primera pregunta no fue de tu agrado.

Como todo descubrimiento, las predicciones del tarot deben digerirse. Yo no suelo formularme dos preguntas seguidas cuando consulto. Como mucho, solicito más información sobre la respuesta obtenida. Así no me salgo del tema y puedo pensar sin irme por las ramas.

Otro síntoma de querer saber más de la cuenta aparece cuando llegas a una conclusión favorable y rellenas el tiempo de la consulta como si fuera la carrera de un taxi. Son casos en los que el tarotista al que acudes está más concentrado en “hacer caja” que en darte un servicio profesional. Lo adviertes y quieres aprovechar al máximo los céntimos invertidos.

Por lo general, esta forma de relacionar temas enturbia la lectura. Yo solo los mezclaría si, por ejemplo, tu consulta de amor está relacionada con alguien del trabajo. Solo entonces realizaría una segunda tirada laboral para ver en qué puede afectarte la primera situación.

Querer extraer todo el jugo posible a un lanzamiento de cartas es muy propio de nuestra época. Nos estamos acostumbrando a querer las cosas fáciles, rápidas y en gran cantidad, en oposición a los resultados a largo plazo, con un punto de satisfacción durante el proceso.

Además, acercarse al tarot caóticamente tiene un punto neurótico que a nadie le gusta ver en un consultante. Apunta a persona ansiosa que, sea cual sea el resultado de la lectura, se sentirá insatisfecha, ¿no creéis?

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