El aburrimiento es, en general, un pecado grave. El que está aburrido está haciendo algo mal porque la vida es un don, una maravilla, y si no somos capaces de hacer nada con eso es porque estamos equivocados. Además, tenemos la posibilidad de imaginar, inventar… De modo que si nos aburrimos no tenemos perdón, y si encima, hacemos aburrir a los demás, menos. Y con aburrimiento no me refiero a que hay que escribir entretenido y que se entienda. No es eso. Porque Joyce no aburre, es un desafío constante a la inteligencia y uno tiene que estar a la altura de esa lectura. Hay múltiples formas de hacer una literatura que capte la atención y hay autores más transparentes y otros más opacos, pero lo que aburre es otra cosa. Lo previsible, la receta, la falta de grandeza, la trivialidad, la propuesta mezquina, el oportunismo, Eso es lo que aburre.
Juan Sasturain, en El Monitor de la Educación, Marzo 2010.
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