Tras el bochorno que supuso la presentación de unas cuentas públicas un tanto frívolas, al gobierno de la CAM no le ha quedado más remedio que dar un golpe de efecto. Golpe de efecto que afectará al bolsillo de mucha gente pero las medidas de ahorro han funcionando en Estonia y no hay razón para pensar que aquí no lo vayan a hacer.
La condesa de Murillo se propone ahorrar 1.000 millones este año con una bajada del 3,3% del sueldo de los funcionarios (del 10% para cargos públicos y de confianza) y la eliminación de las subvenciones a patronal, sindicatos y partidos políticos. Me pregunto si la eliminación de cargos de confianza ya nos daría un ahorro similar sin tocar esos sueldos. No lo sé. También subirá la ITV, el pago de medicamentos, se carga el Defensor del Menor, etc. Chorraditas que van sumando.
Otras medidas son más dudosas: imponer una tasa por la pérdida de la Tarjeta Sanitaria (algo puramente recaudatorio y peligroso: si se empiezan a tasar equivocaciones entramos en una espiral infinita) y el sacar a concurso peajes en autovías.
Esto último es curioso.
Madrid, como centro de una estructura radial nacional discutible, tiene carreteras de circunvalación alrededor y radios que salen hacia sitios pintorescos como Badajoz o Despeñaperros. Hace tiempo se arreglaron y ampliaron las carreteras nacionales para convertirlas en autovías. Estas autovías son casi gratuitas (el túnel de Guadarrama es sangrante) y dan buen servicio a pesar de frecuentes embotellamientos. El caso es que hace poco, cuando éramos ricos (¿os acordáis?), la CAM decidió construir una serie de autopistas de pago paralelas a algunas de estas autovías. Bien, esas autopistas (R5, R3...) son la cosa más infrautilizada que he visto desde la inauguración del la Cidade da Cultura o el cerebro de ZP (esto fue gratis, je).
Y ahora no se les ocurre otra cosa más que poner peajes en las autovías autonómicas (se habla de la M-45, pero es posible que toquen otras). Supongo que la Koplowitz o Florentino están haciendo cuentas en sus cuevas, pero la experiencia en las radiales de pago indica que tal vez no sea buena idea poner peajes en esas autovías. Lo que lograrán será tener más carreteras libres para los vehículos oficiales o los viajes pagados por todos (esos diputados de Amaiur que suben al norte a quemar buses) y al mismo tiempo, mayor congestión en las vías alternativas gratuitas.
Lo de gratuitas es un decir: realmente todas las carreteras sin peaje también están siendo pagadas continuamente.
La idea del ahorro debe basarse en quitar la grasa y aumentar la eficiencia, no en poner trabas al comercio y la comunicación. Implantar peajes en carreteras es como ponerle la zancadilla al transporte. No creo que ayude nada que turistas, comerciales y transportistas se vean obligados a sufrir más embotellamientos mientras paralelamente corren autopistas vacías por culpa de los peajes. Bastante sufren los que dependen de echar kilómetros a la carretera como para encima aguantar un sablazo más.
Reducir diputados
Se queda corta la condesa al proponer reducir a la mitad los parlamentarios regionales. Bien puede reducir el número de parlamentarios al número de grupos políticos y aplicar un voto ponderado. Ah, no, espera, que es necesario tener un número aleatorio de diputados por el gran trabajo que hacen. Algunos incluso trabajan tan bien, que lo hacen mentalmente, como ese comunista vago tan famoso.
Bromas aparte, reducir el número de diputados y bajar el sueldo a los políticos es provechoso, pero deja cierto sabor amargo a populismo barato. La reforma ideal en este sentido, es cambiar las leyes para que las retribuciones de las cámaras queden fijadas por ley orgánica. O, en su caso, sin entrar en las competencias autonómicas, hacer -de alguna forma mágica- más aceptables y transparentes los sistemas de retribuciones y la limitación de cargos de libre designación. Que sea muy difícil enchufar a cuñados, para entendernos. En un país con más de 440.000 políticos hacer algo en este sentido es impostergable.
Nos comen la merienda