Acción-reacción

No sé si el estado de la cuestión está cambiando o va a hacerlo a corto plazo, pero desde luego lo que sí es cierto es que cada vez somos más los que queremos que cambie, algo inaudito y nunca visto desde que cruzamos el puente que separaba dictadura y democracia, tan pagados de nosotros mismos como estábamos de ser europeos, tener un Volkswagen y coger vuelos low cost a las principales capitales en los puentes. La ventaja ahora, con la que cae, es que crece sin parar el potencial de mejora, más cerca como estamos cada día del peor imposible. Pero la realidad siempre sorprende y supera a la ficción, lo que debería mantenernos alerta para no seguir retrocediendo.

Y salimos a la calle buscando guerra y la encontramos sólo en la disparidad de cifras de la convocatoria del 7 de abril en Madrid. Y así con todo. Y nos creemos los catalizadores del cambio, pero no, esta vez tampoco somos nosotros. Más que enarbolar la bandera de la dignidad y la reivindicación de un futuro mejor (que los indicadores se obstinan en poner en entredicho y perpetuar estos posos) es sólo un síntoma que, por ahora, no está liderando ningún cambio. Acción-reacción. Esta era de la protesta y el descontento perpetuos sin mucha disciplina y con demasiados enemigos sueltos, que el tiempo pondrá en su lugar, es tan sólo una reacción a una acción: la acción desmesurada de los verdaderos catalizadores del cambio. Dejo algunos ejemplos aparecidos en prensa últimamente. No están todos los que son, pero son todos los que están.

A los sindicatos rogando… Y con el mazo dando.

Recorta aquí… y allá… que algo queda.

No por mucho madrugar,… amanece más temprano.

A ver si con tanta mente pensante, tanto analista y sabio asesor aprenden de la sabiduría popular y del pasado, que están ahí y repiten siempre la misma cantinela que no es otra que, al final, lo fácil y lo barato…  sale caro.