North by Northwest (1959)
Podemos encontrar el génesis del moderno cine de acción en el estupendo divertimento que Alfred Hitchcock realizaría en 1959 con Con la muerte en los talones (North by Northwest), curiosamente situada entre dos de sus trabajos más celebrados y recordados como Vértigo (1958) y Psicosis (Psycho, 1960) respectivamente, mientras ya en la década de los 60 tendríamos Doce del patíbulo (The dirty dozen, 1967) filme bélico que comparte cierta línea argumental con Armageddon (Michael Bay, 1998) y un poco más que estimable vehículo de acción aérea para Clint Eastwood titulado El desafío de las águilas (Where eagles dare, 1968), curiosamente una de las películas de cabecera de Tarantino. Además, los 60 dieron pie a una de las franquicias insignia del género, como es la de 007, con las primeras entregas de la saga (Dr No, Desde Rusia con amor y Goldfinger,las mejores hasta los estrenos, primero el de la tremenda Casino royale hace unos años, a la altura de las anteriormente citadas, y también con el de Skyfall, estrenada el año pasado. Otra pasada.)
007: Goldfinger (1964)
Ya en los 70 la saga de James Bond continuó con notables (aunque inferiores, cómo no, a las anteriores de Sean Connery) muestras de acción como Vive y deja morir (Live and let die, 1973), y La espía que me amó (The spy who loved me, 1977), además de ciertos filmes seminales que contribuyeron al establecimiento del género en sí, como algún admirable trabajo no del todo reconocido- Pelham 1,2,3 (The taking of Pelham 1-2-3, Joseph Sargent, 1974), algunos títulos de Sam Peckinpah- el celebrado y admirable western Grupo salvaje (Wild bunch, 1969) y las sobrevaloradas (lo siento…) La huida (The getaway, 1972) y Quiero la cabeza de Alfredo García (Bring me the head of Alfredo García, 1974)- Otra clase de títulos, más cercanos al género del thriller, contribuyeron al género, ya sea por su estructura fast-moving o también por sus tendencias políticas (derechización, vamos, las cuales se vieron mucho más arraigadas en la década siguiente) tales como Harry el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971), El justiciero de la ciudad (Death wish, Michael Winner, 1974) o Contra el imperio de la droga (The French connection, William Friedkin, 1974).
The French connection (1971)
The taking of Pelham 1-2-3
Por otra parte, los 70 atestiguaron el auge de ciertos directores que serían clave para el entendimiento y la aceptación de la acción como un género (o subgénero) en sí, tales como Spielberg y su El diablo sobre ruedas (Duel, 1971), Walter Hill (Driver, 1978), George Lucas (la saga de Star Wars) o Richard Donner (Superman).
Duel (1971)
También en los 70 surgió el subgénero de las artes marciales con las películas de Bruce Lee, empezando por Operación dragón (Enter the dragon, Robert Clouse, 1973) y que adquirirían cierta notoriedad (que no celebridad) en la segunda mitad de los 80 de la mano especialmente de Jean Claude Van Damme y sus Retroceder nunca, rendirse jamás (No retreat, no surrender, Corey Yuen, 1986), Contacto sangriento (Bloodsport, Newt Arnold, 1988) y Kickboxer (Mark DiSalle, 1989), o también con Chuck Norris, donde mostró todas sus habilidades con el kung-fu.
Enter the dragon
Los 80 (y el inicio de los 90) fueron la edad dorada del género. O, al menos, la edad de oro de la generación de los action men, ya sabéis, esa que estaba abanderada por los Stallone y Schwarzenegger y, en menor medida (por lo que respecta a popularidad) los Bronson, Van Damme, Norris, Seagal, o actores ya menos limitados como Bruce Willis o Mel Gibson. A pesar de ser repudiados (tanto esos actores como la mayor parte de sus films) por la crítica, es indudable que forman parte de la cultura popular y que hoy en día es difícil encontrar a alguien que no haya visto Rambo (por citar una de las consideradas malas) o Terminator (una de las buenas), por ejemplo. En buena parte, qué duda cabe, bastantes de esas cintas estuvieron influenciadas por las administraciones de aquella época (la ultraderechista de Reagan sobre todo) muchos fueron relatos de una ideología abiertamente fascista (Rambo, Invasión USA, Amanecer rojo, las secuelas de El justiciero de la ciudad y un largo etcétera) con hombres, pues eso, grandes, duros y fuertes.
First blood (1982)
Calidad aparte (hubo de todo, aunque mucho más malo que bueno) en estos años se terminó de definir el género separándose en varias ramas, entre las cuales podemos identificar claramente la mezcla de cine negro (policíaco, criminal) y humor que supusieron las buddy movies (o películas de colegas) como Límite: 48 horas (48 hours, Walter Hill, 1982), Arma letal (Lethal weapon, Richard Donner, 1987), Danko: calor rojo (Red heat, Walter Hill, 1988) o Tango y Cash (Andrew Konchalovskiy, 1989), y, por otro lado, la cinta que plantó la semilla del cine de acción pura y dura y digamos, de cierta elegancia, que no es otra que Jungla de cristal (Die hard, John McTiernan, 1988), llegando a ser el modo dominante de realizar acción durante los las dos décadas posteriores, con la llegada de productores y directores que harían de la acción sin freno su sello de fábrica.
Die hard (1988)
Si algo en común, calidad al margen, tenían estos films, era su capacidad para entretener (al menos, en su época, hoy a muchos de ellos ya les cuesta hasta eso). Estos últimos años, ha habido un cierto despliegue de remakes de pasados éxitos de la acción, como las nuevas versiones/secuelas de Jungla de cristal, Desafío total, Los mercenarios 1&2, o el tirón que todavía tienen, y así demuestran sus recientes secuelas -por otra parte inútiles a todas luces- iconos de aquella época como Rocky Balboa, John Rambo o Terminator (cuya Terminator salvation no resulta tan inútil, en honor a la verdad) o la que se prepara de Mad Max para el año que viene nos hacen entender una de dos: que o los 80 no fueron unos años tan nefastos para el cine como se ha creído, escrito y dicho, o que Hollywood se ha quedado sin ideas.
The expendables (2010)
Actores cuyo mayor poder interpretativo eran sus músculos y su sudor, llegando a convertir el fitness y el levantamiento de pesas un fenómeno mundial, y cuya mayoría de cintas (aquí sí uso este término, el de “cinta”, ideal para esta entrada, ya que el VHS fue un invento revolucionario en la década) tenían la calidad “justa” (exceptuando algunas que sí destacaron o por su verdadera calidad o por su importancia y/o influencia, la mayoría eran simplemente entretenidas, por no llamarlas directamente malas a muchas de ellas) pero sin duda todas contribuyeron a crear el cine de acción que conocemos hoy en día, el cual, todo hay que decirlo, está en baja estima, con algunas honrosas excepciones que veremos en la última parte de este especial.
Próxima parte: Acción sin límites. Parte II: antología del actioner de los 80 y principios de los 90