El universo interactúa con nosotros todo el tiempo, las 24 horas y te manda señales constantemente, pero algunas son imperceptibles.
También te manda regalos, aunque muchas veces nuestra primera reacción es rechazarlos. Es lo que pasa con las "malas noticias" que con el paso del tiempo se terminan convirtiendo en lo mejor de tu vida: Un embarazo inesperado, una pareja rota, una pérdida laboral.
La característica de esta forma de comunicarse que tiene el cosmos es que es en retro. Nos damos cuenta de lo que querían decir estas señales una vez que los hechos han pasado.
Por eso todo lo que pasa suele ser perfecto. Si se lo deja ser, si se le da su punto de maduración,las cosas siempre cierran en la vida. Somos nosotros quienes interferimos todo el tiempo y con nuestras propias distorsiones las distorsionamos.
Al final todo tiene un porqué. Cuando nos colocamos neutros, sin juzgar, es más fácil que la verdad se filtre y que el sufrimiento decrezca. Allí es posible que todo lo que se percibe como malo pueda ser visto como oportunidad.
Ayer durante una caminata por un pueblo que se llama Cofrentes, le comentaba a mi amiga sobre una frase que había leído una vez que decía: "Donde nada es seguro todo es posible". Hablamos también de la importancia de ver la cantidad de posibilidades que hay disponibles en esos momentos que no sabemos qué hacer, y de poder ver esto como un mundo de oportunidades. Pasamos buena parte de la caminata hablando sobre este tema.
Al día siguiente, abrí las redes sociales por la mañana y lo primero que vi fue este cartel en el muro de la coach Hana Kanjaa:
Casualidades, causalidades.
El universo se manifiesta todo el tiempo, pero para entenderlo no tenemos que interpretar, sino dejarlo ser. Ya nos daremos cuenta de cómo se tienen que atar los cabos en poco tiempo. Esto último funciona como lo que decía Steve Jobs en su famoso discurso de Stanford, "los puntos solo se unen hacia atrás". ¿Te acuerdas?
¡Te deseo una hermosísima semana primaveral!
Candela