Nuestra Psique está dividida por instancias, donde hay un Yo, un Ello y Superyó. El Ello es el caldero de pulsiones, donde ebullen los instintos más primitivos, el Superyó es nuestra moral y el Yo es el que media entre el Ello, el Superyó y la realidad. A la vez también hay Inconsciente, Preconsciente y Consciente en el Yo y el Superyó, inconsciente en el Ello. Pues bien, las pulsiones tienden a manifestarse, a buscar un fin. El mecanismo de la represión es un mecanismo que utiliza el yo para defenderse contra un impulso instintivo "peligroso". Entonces inhibe y daña una parte del Ello y al mismo tiempo le da cierta independencia. Es una tentativa de fuga de ese peligro interno. Entonces lo reprimido queda excluido de la organización del Yo como si fuera un proscrito y regido por las leyes del inconsciente .
Cuando aparece un nueva pulsión análoga a la reprimida, sigue los mismos caminos que la anterior reprimida, como si la situación peligrosa continuara. Hay una fijación y una compulsión a la repetición, donde el yo puede romper de nuevo las barreras de la represión que él mismo ha levantado, reconquistar su influencia sobre ese impulso reprimido y orientar un nuevo curso de la pulsión. Pero fracasa, no consiguiendo deshacer sus represiones. El desenlace de esta lucha depende de una cuestión de cantidad. Cuando el impulso es muy grande y la intensidad de la represión también, sigue la compulsión a la repetición. En otros casos intervienen un nuevo juego de fuerzas: lo reprimido queda robustecido por las dificultades reales de vida que se oponen a otro curso distinto de dicho impulso
El psicoanálisis presta ayuda al Yo y esto le permite levantar sus represiones, recobrando su poder sobre el Ello reprimido y dejando fluir los impulsos instintivos como si las antiguas situaciones peligrosas no estuvieran ya.
El yo es obligado a defenderse contra ciertos impulsos instintivos, tratándolos como peligros. Pero no puede defenderse de esos peligros instintivos interiores eficazmente como cuando lo hace frente a la realidad. Es que esos peligros están relacionados con su Ello, y de una parte de uno mismo no se puede huir. No puede rechazar el peligro instintivo, más que restringiendo su propia organización y aceptando la formación de síntomas como una sustitución. Cuando aparece de nuevo la presión sobre el instinto rechazado, surgen para el yo lo que llamamos afecciones neuróticas.
El mecanismo que permite otra elaboración es la sublimación, que transforma esa energía libidinal en productos más adecuados (amar, investigación, cultura...)
El Psicoanálisis permite autoconocimiento y autotransformación, poder utilizar la energía psíquica de maneras más adecuadas en esa transformación que se va obrando durante el curso del tratamiento.
Elaborado a partir del texto "Inhibición, síntoma y angustia" , Sigmund Freud 1925,26
Laura López, Psicóloga- Psicoanalista
en formación con Grupo Cero
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