Algunos de los principales signos del envejecimiento cutáneo son flacidez, sequedad, pérdida de elasticidad, disminución de la capacidad regenerativa de la piel, menor espesor, etc. Estas consecuencias acaban provocando la aparición de arrugas.
Para combatir estos signos y rejuvenecer la piel es muy habitual la utilización de ácido hialurónico, sustancia natural presente en el organismo.
El ácido hialurónico tiene la capacidad de mejorar la hidratación de la piel, ya que consigue que esta retenga agua.
¿Qué tipos de ácido hialurónico hay?
El ácido hialurónico puede ser reticulado y no reticulado, dependiendo del efecto que se persigue buscar. Es reticulado cuando lo que se busca es el relleno de arrugas, mientras que será no reticulado cuando se quiere aportar hidratación a la piel.
Además, la composición del ácido hialurónico reticulado también puede variar. En el mercado se pueden encontrar geles bifásico y monofásicos. Se ha probado la superioridad de los geles monofásicos por su uniformidad, mayor seguridad y posibilidad de integrarse en la matriz extracelular de la piel. Un ejemplo son los que distribuye Sebbin.
Los profesionales serán los encargados de valorar qué ácido hialurónico es el que mejor se adapta a las necesidades de cada persona. En sus manos y en los productos que utilizan está que el resultado de rejuvenecimiento facial que se persigue sea natural.
Para conseguir ese aspecto natural es muy importante que el producto utilizado tenga una gran biointegración, es decir, que sea muy fisiológico, con resultados homogéneos y sin la generación de traumas en la piel. Para conseguirlo, la técnica blanching es muy recomendable ya que, como aseguran desde Sebbin, permite la inyección superficial del ácido hialurónico.
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