Este jueves 7 de junio también se estrena Acorralados, película de Julio Bove que nos retrotrae a la crisis de 2001 (dicho sea de paso, tras la proyección de Que lo pague la noche y The Argentina experiment, da la sensación de que el tema se impone en 2012). La gacetilla de prensa promociona esta ficción como “una alegoría, un cuento de esperanza, de solidaridad, de amistad, de familia y de sobrevivencia”. Quienes la vean difícilmente acordarán con esta sobrevalorada definición.
La sombra de Caballos salvajes se cierne sobre este otro relato protagonizado por un jubilado argentino que infringe la ley para recuperar su dinero, en este caso, los ahorros retenidos en el denominado “corralito”. Como el José que Héctor Alterio encarnó en 1995, el Antonio de Federico Luppi desafía al statu quo financiero, policial, periodístico más allá de la urgencia económica: en nombre de la dignidad ciudadana.
La caracterización de este luchador septuagenario es todavía más unidimensional que la imaginada por Marcelo Piñeyro diecisiete años atrás. Sin proponérselo, roza la caricatura, así como los personajes que encarnan Gabriel Corrado (un gerente de banco primero insensible, luego solidario), Esther Goris (en representación de la clase media indignada que salió a cacerolear), Gustavo Garzón (comisario sobrepasado por las denuncias de robo institucional), Grisel Pollachi y Fernando Cipolla (matrimonio desesperado por operar en los Estados Unidos a su pequeño hijo hipoacúsico).
La recreación escénica de aquel caos histórico es tan precaria como la mampara que rodea al banco donde se desarrolla la mayor parte de la acción. Igual de burdos son los pasos de comedia a cargo de Goris (y quien interpreta a su pareja; me disculpo por no encontrar su nombre) y los parlamentos dramáticos en boca de Luppi, Pollachi y Matías Desiderio.
Da la sensación de que Bosco Entertainment primero se propuso impactar con una alegoría sobre la crisis de 2001 y entonces concibió el relato que dio origen a Acorralados. Los simples espectadores nos preguntamos si los aciertos cinematográficos no transitan el camino inverso: primero apuntan a contar una historia; luego, eventualmente, adquieren dimensión alegórica.
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PD. Madagascar 3 es la otra película que se estrena mañana.