Conforme la Primavera Árabe parece dirigirse hacia regímenes religiosos modelo Irán, Occidente sigue apoyando esa deriva integrista que, de culminar, alejará más las dos orillas del Mediterráneo, democracias y fanatismo, dejando como primera víctima a Israel.
En Libia parece claro que buena parte de los rebeldes que luchan contra Gadafi son jihadistas, como el conquistador de Trípoli, Abdul Hakin Belhajd, que fue jefe del Grupo de Combatientes Islámicos Libio, relacionado con “El Tunecino”, uno de los responsables de los atentados a los trenes de Madrid del 11M de 2004.
Los líderes de la lucha en Siria contra Bashad al-Assar son Hermanos Musulmanes, sunitas enemigos del régimen no por su dictadura, sino porque es menos religiosa que lo que ellos exigen, y porque la casta dominante es de una secta chiita, rival de los sunitas.
Israel se enfrenta a un serio conflicto fronterizo: aparte de sus problemas con los palestinos de la OLP, y de la terrorista Hamas en Gaza, tiene un flanco con Egipto, que va camino de la sharia y del creciente antisemitismo; otro con Jordania, acosada por los Hermanos Musulmanes, y otro con la siempre enemiga Siria, que puede caer bajo el dominio de unos extremistas más virulentos aún que los actuales.
En Turquía, el primer ministro, Tayyip Erdogan, ha rechazado el informe de la ONU que apoya a Israel en el caso de la “Flotilla de la Libertad” a Gaza, ha congelado las antes buenas relaciones con Jerusalén, y amenaza con enviar sus barcos de guerra con una nueva flotilla en la que viajaría él.
Anuncia la medida horas antes de una visita de Zapatero para poner al día su chusca Alianza de Civilizaciones. Las relaciones Turquía-Israel, que eran más que aceptables, el aliancista socio del español amenaza con llevarlas casi a la guerra.
Y el hombre de León, azuzando más los conflictos con Israel al apoyar al lider otomano --que parece querer revivir el viejo Imperio, mientras mata kurdos todos los días-- y provocando a Jerusalén con propuestas ajenas a las de la UE sobre los palestinos.
Israel, pues, sufre un notable acoso político internacional, a pesar de ser una democracia y una sociedad con libertades ejemplares.
Tantas, que sus indignados se manifiestan masivamente contra la economía nacional olvidando la peligrosa y creciente hostilidad exterior.
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SALAS, con otras cosas