Revista Salud y Bienestar

Actitud crítica y fisioterapia

Por Jagonzalez

 

La actitud en constructo sicológico inobservable que incluye una valoración de aquello sobre lo que tenemos la actitud, el “objeto de actitud”. Al no ser observable las actitudes hacia algo o alguien se infieren de la respuesta que nos provoca. Esa respuesta puede ser cognitiva, emocional o conductual. 

Si hablamos de actitud crítica nos referimos a aquella que nos lleva a analizar al “objeto de crítica” de una forma consciente, más allá de lo superficial o inmediatamente accesible y de lo supuesto o dogmático. Con esta actitud pretendemos llegar a un juicio razonado, analítico, imparcial, en un intento de acercarnos a la verdad.

Los que pretenden una actitud crítica, por tanto, habrán de tener un conjunto de pensamientos y creencias (cogniciones), emociones y comportamientos que les lleven a no aceptar supuestas verdades, cuestionarse sus conocimientos y los ajenos, someter al juicio los mismos, todo en un intento de alcanzar un conocimiento objetivo de los hechos, aceptable por una colectividad que se base en los mismos criterios.

Si nos atenemos a esos presupuestos la actitud crítica es deseable como elemento guía en una disciplina científica. Cierto que sería más cómodo la aceptación de dogmas, creencias o posturas incuestionadas. Pero esto supondría el estancamiento o freno para el avance hacia nuevos conocimientos o la remoción de los establecidos. Una actitud crítica implica inquietud, debate, controversia o polémica. Sin embargo, creemos que es necesaria, imprescindible para progresar, crecer, desarrollarse. Supone una vacuna contra las verdades establecidas o el conocimiento replicativo. Es una defensa ante cualquier intento de instruir, influir o inculcar opiniones o conocimientos de forma interesada o sesgada.

La Fisioterapia es una disciplina joven y con muchos jóvenes. Quizás por ello pensamos que requiere sobre todo de actitud crítica. Es fácil dejar paso a lo innovador, lo atractivo, lo vistoso, lo impresionante sin un tamiz lo suficientemente fino que nos haga pensar un poco más en profundidad. Los recién incorporados a las profesión, ávidos de habilidades y conocimientos, son especialmente vulnerables ante técnicas con supuestos resultados espectaculares, gurúes o nuevos procedimientos. Por ello es vital, al menos para los fisioterapeutas involucrados mínimamente con su trabajo y para los profesionales noveles participar de esta predisposición hacia la crítica. Y también que los docentes se sientan concernidos en inculcar esta actitud a sus alumnos.

La duda, la incertidumbre, el derecho al cuestionamiento deben formar parte del capital de toda disciplina científica. Son la herramienta que las impulsa a la par que las fortalece. Nunca han de ser vistas como amenaza ni como engorrosos o molestos aderezos de nuestro trabajo asistencial, docente, gestor y menos investigador.

Por tanto, dudemos, preguntemos, cuestionemos, razonemos, pensemos, reflexionemos, poco o mucho. Pero seamos conscientes de que si no lo hacemos corremos el riesgo de convertirnos en componentes indefensos de la comunidad sanitaria. Si lo hacemos, en nuestro día a día, ante la pregunta de un paciente o de un estudiante, ante una lectura azarosa, ante la exposición de un compañero, creceremos como profesionales y como aportadores a esta nuestra sociedad.

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