Revista Belleza

Activos naturales vs. químicos

Por El Rincón De Ika @rincondeika

En la actualidad hay una gran confusión por parte del gran público respecto a los activos más o menos seguros, más o menos naturales, más o menos adecuados para la piel. Hoy repasamos los conceptos claves que debes tener en cuenta para diferenciar entender las diferencias y funciones de los activos naturales y químicos.

Cómo reconocer un activo natural

Para saber si un producto contiene ingredientes naturales o químicos, es necesario revisar el etiquetado del producto más allá del reclamo publicitario, ya que a menudo encontramos alusiones a componentes naturales que posteriormente han sido sintetizados o han pasado por un proceso químico.

Por ejemplo, los ingredientes naturales aparecen en su nomenclatura binomial; es decir, con su nombre científico formado por la combinación de dos palabras en latín, de raíz grecolatina o latinizados que identifican el nombre del género y el nombre específico. Así, si un producto lleva manzanilla, por ejemplo, en la lista de ingredientes aparecerá como Chamomilla Recutita Flower Extract.

Es importante tener claro que un activo químico no tiene porqué ser malo o nocivo para la salud. De hecho, a menudo muchos activos pasan por procesos de síntesis para lograr maximizar eficacia o lograr acciones concretas y no por ello son peligrosos.

Curiosidades sobre los activos químicos

Como comentábamos, no todos los activos químicos son peligrosos y, de hecho, habitualmente muchos cuentan con unos resultados muy interesantes. Algunos de ellos son casi imprescindibles en algunos productos cosméticos como en el caso de las cremas hidratantes donde activos como el ácido hialurónico es muy interesante o de los retinoides en el caso de cremas anti-edad.

Otros activos químicos que solemos encontrar en fórmulas cosméticas y están ampliamente aceptados no solo como seguros, sino como casi imprescindibles, son la vitamina C, el cólageno, los alfahidroxiácidos y los polihidroxiácidos. Todos se incluyen en composiciones de fórmulas químicas y, sin embargo, son muy positivos para tratar según qué afecciones.

Ten en cuenta que muchas veces un activo pasa a ser químico por los procesos que necesita para ser apto y efectivo en la piel. Por ejemplo, la vitamina C es un gran antioxidante altamente inestable (como, en general, casi todos los antioxidantes interesantes); para conseguir una fórmula estable que solo actúe al entrar en contacto con la piel, pasa por un proceso concreto, como la encapsulación inteligente de activos, utilizando derivados o, incluso, combinándola con otros activos.

La seguridad de los activos cosméticos

Ten en cuenta que sobre todo debes fijarte en los ingredientes que no quieras utilizar sobre ti misma, pero cualquier producto que se vende en el mercado cosmético debe someterse a un control y cumplir una normativa donde no se permiten componen tóxicos o nocivos (algunos a partir de cierto porcentaje).

Un buen ejemplo son los parabenos o los petroquímicos, admitidos legalmente, pero rechazados cada día más por mayor parte de la población. Ten en cuenta que casi todo es tóxico es dosis muy altas, por lo que es más o menos habitual que un activo con mala fama sí esté permitido en cantidades pequeñas.

Eso no quiere decir que no puedas tomar la decisión como consumidor de evitar algunos activos por tu seguridad o intuición. Por ejemplo, hay muchas personas que huyen de los perfumes y colorantes en los productos porque pueden dar reacciones y realmente no son necesarios en un 90% de los casos para los resultados del producto.

¿Cómo elegir el cosmético?

Recuerda cuando vayas a buscar un producto cosmético que, en este sentido, los activos se ponen en orden de mayor a menor porcentaje en la lista de ingredientes, excepto los que van por debajo del 1% que no requieren seguir este orden. Este es el motivo por el que la mayor parte de productos cosméticos inician sus activos siempre por el agua.

En cualquier caso, todo cosmético debe llevar unos conservantes para garantizar el buen estado del producto, de forma que se controla la proliferación de microorganismos, hongos y bacterias.

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