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Actores secundarios

Publicado el 06 mayo 2013 por Icreadas @icreadas

Secundario suena a segunda fila, a apartado, a oculto, a discreto. Suena a compañero de reparto, a escudero, a fiel aliado detrás del protagonista. A postre o a entrante. A la distancia media entre lo principal y lo prescindible. Menos mal que secundario en el cine o en el teatro, al referirse al susodicho/a actor o actriz, ha ensalzado esa palabra a una categoría mucho mejor. Más importante, si cabe. Especialmente desde que en los premios se destaca la labor del “Actor de reparto”, en vez de “secundario”. Aún así secundario, fuera de este contexto artístico y aplicado a una persona o a un puesto de trabajo, nos sigue sonando todavía a algo de menor categoría. Es así.

salieri

‘Grazie, Signore’. Ese envidioso Salieri…

Pero no todos los actores secundarios tienen que ser menos famosos o menos alabados, incluso. En la historia del Cine tenemos personajes míticos interpretados por secundarios que en algunos casos incluso han igualado (cuando no eclipsado) el trabajo de los protagonistas. Ejemplos: El gran Salieri en la película ‘Amadeus’ (Interpretado por F. Murray Abraham), el inolvidable Azarías de ‘Los santos inocentes’ (Interpretado por el GRAN Francisco Rabal) o la inquietante Hannah Jelkes de ‘La noche de la iguana’ (interpretada por Deborah Kerr). Incluso hay actores que han hecho una carrera exitosa como simples secundarios. Actores con una inmensa calidad interpretativa pero que no han encontrado un protagonista a su medida, como el tres veces ganador del Oscar, Walter Brennan, o Ellen Burstyn, Karl Malden, Christopher Walken, Benicio del Toro o Marisa Tomei, entre otros.

En estos últimos tres años ha destacado un curioso secundario en el mundo del fútbol. Secundario en el sentido más “menor” de la palabra, ya que su presencia no sólo resulta imposible de eclipsar al protagonista, sino que es una sombra de por sí. Estamos hablando de Aitor Karanka, segundo entrenador del Real Madrid y parapeto, portavoz y lacayo de su special jefe, Jose Mourinho. Karanka fue un destacado central que jugó en Athletic de Bilbao y Real Madrid a mediados de los 90. Desde 2010 ejerce de segundo de abordo de Mou desde que éste le fichó para el Madrid, en busca de un Figo en el Inter, alguien de la casa que supiera transmitir o traducir sus ideas. Pero en este tiempo Karanka se ha destacado como un simple portavoz menor del carácter o personalidad ruidosa de su jefe.

Aitor Karanka

Karanka metido en su papel

Al contrario que los secundarios de cine (y ya no digamos los del teatro, fuente de talento y potencial sin fin) el papel de Karanka en este equipo está bastante “marioneteado” a conciencia por Mourinho, y el vasco, temeroso de un futuro incierto en esta dura vida, se ha agarrado a su para y ejerce de luz de faro en los momentos de oscuridad (o capricho) del portugués. Pero hay algo que le caracteriza mucho más allá de la pose kamikaze en busca de la palmadita en la espalda, como en las polémicas declaraciones recientes sobre los deseo de fichar a Diego López. Hay algo en Karanka que le define perfectamente: Es un soso. Aburrido, sin vida, sin personalidad. Un muñeco vacío por el que habla otro ser, como hace el Alien con la cabeza sin vida de Ian Holm.

Alien Ash

Karanka sale a dar la cara por Mourinho

Con ese gesto taciturno, sin vida, en permanente seriedad, con declaraciones donde apenas mueve los labios, en continua tensión, rozando la bordería en algunos momentos.   Sin apenas una sonrisa que le de humanidad en el rostro, marcando las distancias a kilómetros y, sobre todo, sin la personalidad, ironía y guión (a veces fantástico, a veces rastrero) de Mourinho. Aparece Karanka en la rueda de prensa, con su parpadeo nervioso que apenas deja escapar una mirada limpia bajo su frente cejijunta y un tono de  voz monótono y funerario en cada declaración. Entonces, uno quiere pensar que él, Aitor, es capaz de reírse a carcajada limpia, dejando caer su cuerpo sobre un sillón, incapaz de controlar el llanto y la risa. O dejándose llevar por los nervios en una montaña rusa, gritando a pleno pulmón, cerrando con fuerza los ojos para luego abrirlos inyectados en sangre, con la adrenalina brotando de cada poro de su piel amplificando sus sentidos. El corazón a punto de estallar. El mareo posterior, la confusión y la risa. Hablar en voz alta. Aplaudir o chocar la mano de una manera inusitadamente ruidosa.

Uno quiere imaginar que existe vida detrás de ese rostro granítico que busca un lugar en el mundo del clan Mourinho. Que existe una voz propia, llena de matices y registros profundos, como la de otros actores de reparto de la talla de Michael Caine o Santiago Ramos. Pero hasta que llegue ese momento, seguirá siendo un simple secundario.


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