Revista Arte
Como hemos estado dos meses sin salir de casa, tiempo hemos tenido de hacer cosas, que no sé cómo hay quien se aburre. De todo ha habido, música, libros, cocina, dibujos y acuarelas entre otras perversiones. En la entrada anterior casi todo eran dibujos; en ésta todo acuarelas. Casi todas ellas salen de una foto, incluso un cactus que tenía a mano en el balcón, pero me resultó más cómodo usar el punto de vista de la fotografía ya hecha. La anterior es la última que he pintado, viendo una foto de mi amigo Luis Piqueras de un camino rodeado de encinas en La Mejorada, un parque de Alpera, en Albacete. Un encinar centenario. No he podido resistirme, entre otras cosas, porque resulta que yo viví casi diez años en Alpera, en una calle que se llamaba como el parque porque terminaba precisamente es ese encinar. Aunque lo disfrutábamos con frecuencia cuando lo teníamos tan a mano, tal vez sea desde que cambiamos ese paisaje por el de mi calle en Albacete cuando percibimos del todo la magnitud de la tragedia y empezamos a considerar que habíamos estado muchos años acostumbrados a ese lujo de la naturaleza. La costumbre hace con frecuencia que ciertas cosas cotidianas no se aprecien en lo que valen. De forma que pinto esas encinas y mientras lo hago me parece que estoy paseando por ese camino tan conocido. La anterior, un cielo gallego del amigo Vilaboa, como todas las siguientes, son unas acuarelas, siete, que responden a una propuesta de otro amigo, Joaquín González Dorao, ilustrador y autor de infinidad de cuadernos de viaje, que dibuja y publica sobre reiines, ciudades o países del mundo. Merece la pena verlos. Un reto que consistía en publicar cada día de esa semana pasada una acuarela. Me propuse no recurrir al archivo y decidí pintarlas en tiempo real, una por día. Aquí están en el orden en que fueron pintadas y publicadas. Un cactus de mi balcón.Un olivo antañón, de Cocentaina (Alicante), de una foto que se muestra en la página de Nou Oliveres, nombre del bancal y de la marca de aceite que sale de estos hermosos olivos.Un paisaje de la zona de Santiago-Pontones, con sus tomillos en flor. Campo del Espino, por la Sierra de Segura. Una acuarela a partir de una foto publicada hace unos días en el grupo de facebook "Amigos de Santiago-Pontones". Autor: Jesús CózarOtro camino y otro bosque, también de Vilaboa. También de Galicia, cerca del Tambre.Una rama de la Olivera Gorda de Ricote, de una foto propia. No
es la primera vez que la pinto. Ni la segunda ni probablemente la última.
Y terminé el reto con esta séptima acuarela sobre unos árboles de Aranjuez, de una foto propia y que ya hemos pintado anteriormente. Sería curioso poner juntas las acuarelas que salen de una misma foto, totalmente diferentes. Los papeles son de Arches, satinados o de grano fino, salvo la primera que es Fabriano. Los pigmentos son esos que se ven en la paleta, aunque utilizando cada vez sólo unos pocos de ellos. Casi todos de Daniel Smith, salvo el cobalto y el turquesa de W&N y los cadmios de Rembrandt. Siena tostada y ultramar de Van Gogh, aunque a veces uso de W&N. El pincel utilizado es de la China, que no de los chinos. Toma mucha agua, es suave y, haciendo virtud de sus defectos como los chinos nos enseñan, su falta de nervio —cuando se tuerce el mechón no recupera la forma a menos que se moje y se sacuda— y de punta, pues tiende a desmocharse, se pueden aprovechar los pelos divididos para hacer trazos finos o la forma que toma para dar pinceladas que varían de contorno y tamaño como si cambiases de pincel. Los tengo mejores, que son los que suelo usar, como los de Escoda, de marta o sintéticos, marta o petit gris de W&N o de Isabey. Pero cada cosa para lo suyo y da gusto probar y cambiar. La paleta, que sale de una caja metálica de 12 lapiceros, con cuadrícula hecha en impresora 3D, merecerá un monográfico en el blog junto con otras paletas que me he ido fabricando con latas de cigarrillos o de pastillas para la tos. Al final todo se equilibra y aprovecha.