Después de una temporada poco productiva, retomamos las acuarelas con más ganas. Seguimos con os árboles, las texturas y los paisajes, que ahora están bonitos. Y variados. De la floración pasamos a las nevadas, algo alarmante para la cosecha. Esperemos que las aguas y las nieves hayan hecho, como creo, más bien que mal.
De un viajecillo por la sierra entre Alcoy y la costa, visitamos algunos olivos antañones y vemos los almendros en flor. Fotos y acuarelas. Como esta de un olivo por Gorga, un árbol viejísimo y hueco donde vivió una familia a principios del siglo pasado. Tiene puerta, ventanas y, como está adosado a una pendiente de la montaña, incluso un hogar donde hacían fuego. Dentro hay tres bancos, y se puede uno sentar a descansar a la sombra. Lo malo de estos olivos es que se encuentran en unos parajes a veces de difícil acceso y puede uno verse en callejones sin salida, que es lo que me ocurrió cuando intentaba llegar a otro cercano a Jávea. Una historia que muestra que la estupidez humana no tiene límites y que me dio ocasión para comprobar que soy bastante humano. Tuve que recurrir a unos amigos para que se acercaran a sacarme de allí antes de que me acabara cayendo a un ribazo en mi intento de maniobrar para volver por donde había venido. Como el cerebro a veces es un enemigo, te ciega y no te deja ver que has elegido la peor de las posibilidades. Podía haber llamado a la grúa del seguro, pero uno prefiere mostrar su estupidez ante propios que ante extraños. Gracias, Antonio Magán y la compaña.
De una de las muchas fotos de El Pinet, en la Marina de Alicante. Pinos atromentados por el viento que sopla en las dunas al lado de la playa. Se hace esta acuarela en plan clásico, con colores austeros, pocos y todo lo armoniosos que podemos conseguir.
Partiendo de una foto vista por ahí, uno se enreda a dar brochazos, se invnta niveles y escaleras donde no las había, pone los colores que prefiere, antes que los que había en la realidad e intenta sacar partido a las sombras filtradas por la parra, que es lo que me había atraído en la foto. Al final poco quedo en la acuarela que se pareciera a ella. Tampoco es lo que se pretendía.
Echando mano de archivo, d fotos de la ruta que bordea el Júcar entre Alcalá y Jorquera. Lo he pintado muchas veces.
De una foto de las muchas maravillosas que mi amigo Enric Serra comparte en facebook. Las voy guardando y de vez en cuando me animo a hacer alguna a partir de ellas, sabiendo que ssaldrá algo mucho peor que la foto.
Otra recreación a partir de una foto a la que se han ido agregando árboles, reflejos y detalles para recoger algo de las nevadas a destiempo de este principio de primavera.
Y un nuevo tronco seco. Ya llevo varios. Me gusta recrearme en las texturas, las grietas, los matices y retorcimientos de estos restos mortales de lo que en tiempos fue un hermoso árbol. De esta acuarela fui haciendo algunas fotos en los pasos intermedios. Luego lo publicaré como un paso a paso en otra entrada, que esta va quedando demasiado larga.
Un tronco caído, en la línea de la acuarela anterior. De una foto de mi amigo Antonio Magán, mi rescatador.
Y, para terminar, un cerezo en flor, orientalizante. Seguramente convendría hacer estas cosas con papel de arroz, ya metidos en estas delicadezas. Ese papel y su forma de absorber el color es ideal para estos temas. Habrá que ir buscando ese papel y las acuarelas chinas o japonesas, más espesas que las nuestras.