Revista Arte
En esta época parece que toca vivir de las rentas fotográficas del verano, pendiente de que los árboles se decidan por fin a echar mano del vestuario otoñal, aún en el armario. En algunas zonas ya están en todo su esplendor; en otras las hojas se resisten a amarillear antes de caer. Habrá que hacer otra expedición fotográfica y tomar fotos y apuntes de estos cambios, que duran poco.
Estas acuarelas, de Alpera y de otras zonas de la provincia de Albacete, se hacen con los materiales de costumbre, aunque ha habido algunas incorporaciones. Especialmente unos pigmentos nuevos de Kremer y de Daniel Smith, ampliando una paleta ya excesivamente surtida. Los azules de Kremer son bastante inusuales, con una gama de cobaltos y ultramar, claros y oscuros, que se apartan del tono que esos nombres ofrecen habitualmente. La primera acuarela es la entrada a Alpera, la vega desde la carretera de Carcelén y Alatoz, en un día de lluvias de este pasado agosto. La siguiente, un pastor apacentando uno de los pocos rebaños que aún se pueden ver por estas zonas donde antes tanto abundaban. Cerca de Tobillos, aldea de Alpera, en Albacete. Levantando el polvo en busca de la poca hierba que había en agosto junto a un bancal en barbecho. Al pastor, le acompaña Calcetines, su perro negro con manos blancas. La polsaguera que llevan "cara alante" las ovejas se hace eliminando el pigmento con el pincel y un pañuelo de papel mientras está húmedo, como es obvio. Las piedras del primer plano, aprovechando los huecos que dejan las pinceladas rápidas con un pincel grueso de petit gris no demasiado cargado de agua. Luego se le añade un trazo sugiriendo la sombra en algunos de estos puntos que quedan con el blanco del papel. Ahora que la veo terminada veo que no caí en incluir en el cielo un águila que sobrevolaba la escena. Aparece en varias fotos de las que hice ese día por la zona. A tiempo estamos.
También es nuevo para mi el pigmento Smalt de Daniel Smith, que había comprado para compararlo con el lapislázuli. Son los dos pigmentos más caros que utilizo. Su base son cristales de potasio coloreados por el óxido de cobalto, finamente molturados. Deja mucho sedimento, es bastante cubriente y, cuando seca, aflora ese azul agrisado que mezcla muy bien con otros colores. Difícil de usar si no se diluye con mucha agua, igual que el lapislázuli, pues deja poco margen a modificaciones. Una vez aplicado, mejor no volver a pasar el pincel poe encima, pues quedaría su rastro que lo estropea todo. Si se acierta, es transparente en los baños diluidos, cubriente y muy visible en las zonas en que se posa y sedimenta si el papel está inclinado. Esto se ve bien en las dos siguientes acuarelas. En esta especialemente hemos jugado mucho con ese pigmento, dando las sombras con él. Tenía pensado utilizar un índigo para reforzar las zonas de sombra más intensas, pero me gustó así y así quedó. En este caso, la fotografía no recoge adecuadamente el efecto que se puede ver sobre el papel, pues ese azul es especialmente sugerente. Hay que tener en cuenta que, como otros pigmentos de Daniel Smith, es un mineral cristalizado, con lo que produce brillos y reflejos, como la amatista, sugilite, y otros pìgmentos de esta marca.
Los verdes, son tierras de Kremer, bastante suaves y poco cubrientes. En algunas zonas se ha recurrido al verde de perileno o de jade de Daniel Smith, mucho más rotundos y cubrientes, por lo que necesitan mucha agua.
Desde hace muchos años, me asombra pensar cuántos ya, nunca he dejado de parar en esa curva cuando voy a Riópar. La Fuente de la Plata. Para beber y, si es verano, mojarme la cara, el pelo y los brazos con ese agua cristalina y helada que nunca deja de manar por los caños de la fuente. Si se mira detrás de ella, se ve el lugar donde se va remansando conforme aflora y cae filtrada por los farallones de caliza de varios cientos de metros que hay arriba, entre pinos, romeros e higueras. Estamos muy cerca del Calar del Mundo, un lugar mágico. Tenía ganas de pintar el lugar a partir de una foto del verano pasado, en un momento en que la luz proporciona buenas sombras y brillos. Aunque tenga encima de la mesa varias cajas de acuarelas y docenas de tubos en una caja, en realidad se ha resuelto con 5 colores. Es como la cocina, no hay que usar todo lo que hay en la despensa en cada guiso que se prepara, pero ayuda mucho tener donde elegir. La de la foto siguiente es otra fuente que hay unos metros antes, pues por toda la pared de pìedra mana el agua que se canaliza por esos caños. Desde allí se hizo la foto de la acuarela. No deja de asombrarme ver esas fuentes llenas de cabelleras de Venus, (Adiantum capillus-veneris), ese helecho delicado de hojas tiernas y tallos finos y brillantes, que sobrevive a la intemperie en estos lugares requemados por el sol en verano o rodeados de hielos en invierno y que en casa duran tan poco aunque les pongas música dee Mozart y los riegues con agua de Lanjarón. Desde luego, siempre prosperan en paredes húmedas donde nacen aguas limpias y frescas.
El árbol siguiente, en realidad son dos. Se trata delo pino-roble de Pañascosa, en la provincia de Albacete. Un pino que ha arraigado y crecido dentro del tronco de un roble, hasta que termine con él, que en ello está. En la naturaleza también son frecuentes los casos de ingratitud. Parece ser que llevan juntos algún siglo y que no es caso único. En otoño, cuando las hojas del roble cambien de color aún debe de estar más vistoso. Como queda a la orilla de la carretera, tengo varias fotos de este portento. Casi todas las acuarelas de esta entrada están pintadas sobre Garzapapel. Esta se hace sobre Fabriano Studio grano fino de 300 gr. utilizando azules de Kremer y verdes de Daniel Smith. Por último, una foto con algunas de las cajas de acuarelas con los pigmentos de que hablo con tanta frecuencia. Schmincke, Daniel Smith, Kremer y algunos godets con colores de Rembrandt. También los pinceles que estoy utilizando últimamente, dos de petit gris y uno de marta de Escoda. Del 10 y del 12. Para estos tamaños, de 21 x 30 van muy bien.