La Asociación Americana de Acúfenos (ATA) los describe como una experiencia en la cual el individuo escucha un sonido sin la correspondiente estimulación sonora.
El acúfeno se considera un síntoma multifactorial. Puede ser debido al sonido generado por una fuente sonora del propio organismo (acúfeno objetivo o somatosonido) o puede ser producido por una fuente no sonora (acúfeno subjetivo). En tal caso es un fenómeno puramente neuronal.
Se estima que la prevalencia de acúfenos en los Estados Unidos de América podría llegar hasta el 17% de la población general, mientras que el 4% de los americanos acudiría al médico por este síntoma. En nuestro país, existen poco datos para establecer una cifra de afectados, aunque sabemos que es la 10a queja más frecuente en ancianos en el ámbito de atención primaria y representan el 19% de las consultas de Otorrinolaringología. De cualquier manera, publicaciones recientes consideran que, en los países desarrollados, el acúfeno afecta aproximadamente a 12,5% de la población en algún momento de su vida, el 9% sufriría acúfenos de forma frecuente y el 3% de la población de forma muy severa o incapacitante.
Recientemente, numerosos ensayos clínicos, han demostrado la mayor prevalencia de acúfenos en pacientes con Desórdenes Temporomandibulares (DTMs). También se ha podido observar que el tratamiento conservador de los DTMs mejora distintos síntomas óticos, entre los cuales estaría el acúfeno. Llegados a este punto, la relación entre síntomas otológicos y DTMs parece evidente, aunque los mecanismos etiopatológicos aun no han sido del todo esclarecidos.
Hasta la fecha se han planteado distintas teorías para justificar esta entidad. En 1934, fue Costen el primero en relacionar algunas alteraciones oclusales con distintos síntomas óticos, dando lugar a la Teoría Compresiva. Recientemente se ha podido demostrar, en algunos casos, la Teoría de la Biomecánica Ligamentar, dónde se vincula el maléolo a la ATM mediante el ligamento disco-maleolar, que atravesaría la fisura petro-timpánica. A mediados del siglo pasado ya se estableció la asociación entre el oído medio y la musculatura oral, estableciéndose la Teoría del Espasmo Muscular Reflejo, a través de los músculos Tensor del Tímpano y Tensor del Velo Palatino, siendo ambos músculos de origen masticatorio y estando inervados por el nervio trigémino.
La pregunta que los investigadores se han planteado es: ¿Por qué proyecciones somatosensoriales en el NCD? Las proyecciones somatosensoriales del área cervical juegan un papel funcional, estando el NCD envuelto en el sistema de localización anteroposterior y superoinferior de los sonidos en animales. La convergencia de la información auditiva y la propiocepción cervical alta permiten al NCD estar integrado en el sistema de localización y procesamiento de sonidos desde inputs acústicos localizados en el oído con la información de la posición de la cabeza extraída de las aferencias somato-sensoriales. Mediante la integración de estos dos tipos de información el SNC puede deducir la localización de la fuente de sonido en el espacio. También se ha sugerido que aferencias trigeminales somatosensoriales de los músculos de la mandíbula a las proyecciones del NCD estarían presentes para suprimir el sonido autogenerado, como la respiración, la masticación o la vocalización.
El acúfeno somatosensorial cambia de intensidad, de tono o de localización durante la estimulación de la musculatura en cabeza o cuello. Estos pacientes, deben de ser explorados por un fisioterapeuta, para evaluar posibles alteraciones óseas o musculares de la cara y cuello, y obtener un diagnóstico temprano e instaurar el tratamiento adecuado lo antes posible.
Durante la exploración se realizará una meticulosa palpación de la musculatura masticatoria y cervical bus- cando puntos gatillo miofasciales y se pedirá al paciente que haga movimientos activos de cuello, hombros, mandíbula y ojos. Para esta parte de la exploración, se describieron una serie de contracciones musculares isométricas que denominaron Test Somático que va precedido de las siguientes preguntas:
1. ¿Tiene audición normal?
2. ¿Ha tenido alguna vez algún ruido en un oído de 1 minuto de duración o menos?
3. ¿Ha escuchado ruidos en el oído después de un sonido elevado?
4. ¿Tiene acúfenos?
Por tanto, se plantean diversas herramientas terapéuticas, el primer objetivo del tratamiento del acúfeno somatosensorial es reducir la tensión muscular en cabeza y cuello. Tras el tratamiento de fisioterapia, aplicando diferentes modalidades de tratamiento, debidamente descritas y con suficiente rigor científico, se recomienda realizar ejercicios de autoestiramiento muscular, así como movimientos específicos de cuello, especialmente hacía el lado afectado o limitado y técnicas de relajación.
En el caso de la Acupuntura, se encuentran resultados diversos probablemente por la falta de clasificación de acúfenos en los pacientes, según su etiología. Parece que los casos indicados para esta terapia serán aquellos que presenten un acúfeno fuertemente lateralizado y con audición simétrica, es decir, principalmente acúfenos inducidos somáticamente.
La punción seca de puntos gatillos miofasciales para el tratamiento del acúfeno fueron descritas desde 1960. Posteriormente, realizaron un estudio experimental en 178 pacientes y observó la desaparición del acúfeno en el 15% tras las sesiones de punción y el 30% de remisión total del síntoma a los 6 meses.
La estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS) de áreas de la piel, próxima a la oreja, aumentan la activación del NCD a través de la vía somatosensorial y pueden aumentar el papel inhibitorio del núcleo en el SNC aminorando el acúfeno. Recientemente se ha considerado como un método útil para mejorar la calidad de vida de los pacientes con acufenos. En un estudio descriptivo prospectivo de 26 pacientes, con diagnóstico probable de acúfeno somatosensorial, se obtuvo una mejoría de la percepción del síntoma en el 46%, de los cuales la mitad obtuvo una remisión total y la otra mitad una reducción de la intensidad.