Revista Cine

Adaptarse o morir

Publicado el 28 mayo 2012 por Enprimerafila

Mientras el presidente de la Academia de Cine, Enrique González-Macho, en su discurso de presentación en la pasada edición de los Premios Goya, lanzaba una mirada reticente hacia otras formas de distribución ajenas a la puramente cinematográfica, la realidad que se está viviendo en los últimos meses parece empeñada en contradecirle. Ahora, la palabra es VoD, y en Estados Unidos ya se la toman muy en serio.  
Uno puede llegar a entender las reticencias de cierto sector de la producción y distribución en España. Lo que no se entiende es que sean precisamente los representantes de organismos o instituciones que tienen como principal deber preservar la cultura como bien público, no solo en el presente sino también en el futuro, los que tengan esta mentalidad conservadora. Enrique González-Macho puede hacer lo que quiera con su productora-distribuidora Alta Films; Antón Reixa puede hacer lo propio con su productora Filmanova. Lo que encontramos contraproducente es que sean estos dinosaurios cuyas declaraciones sobre internet, las nuevas ventanas de exhibición o la banda ancha les definen, los que ocupen puestos de responsabilidad que pueden establecer la posición de ciertos sectores de la profesión.
Adaptarse o morirCierto es que la exhibición tradicional (entiéndase, en salas de cine) sigue siendo el principal elemento para calibrar el éxito o fracaso de una película. Aunque esto es dudoso. Recientemente, un reportaje de la revista Variety planteaba las reticencias que existen aún sobre la efectividad de los estrenos en VoD (Video on Demand). Pero en realidad el reportaje parecía concluir que el problema no está en los resultados en sí, sino en que estos resultados sean tenidos en cuenta por quienes deben valorarlos. Decía Alex Walton, productor de La mujer de negro: “Si tienes una película que en Estados Unidos se estrena en VoD, esto se convierte en una señal negativa para el distribuidor francés o italiano que está intentando colocar el film las cadenas de distribución, ya que éstas observan la taquilla americana(reportaje de Variety reproducido por Boxoffice.es)
Y eso a pesar de los resultados recientes, que animan cada vez más a las productoras norteamericanas a realizar estrenos simultáneos en VoD y en salas. Margin call, de J.C. Chandor, se estrenó en tan solo 56 salas en todo Estados Unidos, pero al mismo tiempo lo hizo en VoD, a través de televisores con acceso a internet. Su recaudación por este sistema llegó casi a los 2 millones de dólares. En realidad, la industria de Hollywood (como no podía ser menos), viene planteando desde hace meses una intensa reflexión sobre los nuevos sistemas de distribución. El buen resultado en VoD de títulos como La boda de mi mejor amiga, Margin call o Melancolía han despertado el interés por seguir trabajando en esta línea. 
Adaptarse o morirEntre los últimos ejemplos se encuentra Get the gringo, título final de la hasta hace poco llamada How I spent my summer vacations, la última película escrita, producida y protagonizada por Mel Gibson. Algo previsible pero con maneras de buen cine de acción que incluye una secuencia-homenaje a Sam Peckinpah, se trata de una película interesante que se ha estrenado en el mercado estadounidense directamente en VoD, sin pasar por las salas.
La estrategia de los estudios de cine, especialmente en momentos de crisis, pasa por plantear una apertura de las “ventanas de exhibición”. El problema es, como ya comentábamos, que estas nuevas ventanas de exhibición sean consideradas como tales, al mismo nivel que las “tradicionales”. Por ejemplo, una base de datos tan destacada en la industria como IMDb no incluye datos de recaudación en VoD, y webs de referencia españolas como Boxoffice.es (que se sirve principalmente de los datos publicados por la empresa Rentrak) tampoco tiene en cuenta para hacer sus análisis nada que no sea la recaudación en salas de cine. 
Adaptarse o morirEn España se han planteado algunos ligeros atisbos de apertura. Aunque se limitan a estrenos a través de plataformas de cine online como Filmin (la buena noticia es que por fin el ICAA considera la recaudación en este tipo de plataformas, o en festivales de cine, como datos a tener en cuenta para la amortización de las películas). También ha habido algunas interesantes discusiones sobre por qué una película que ha sido un fracaso en taquilla, como Extraterrestre, de Nacho Vigalondo, se ha estrenado en circuitos de exhibición en vez de en otros formatos. Y tiene sentido. Extraterrestrese ha beneficiado de una intensa campaña (y notable seguimiento) a través de las redes sociales, pero esto no se ha traducido en una buena taquilla. Algunos han planteado que quizás la exhibición en salas no era el mejor formato para estrenar un título como éste. Y otros ya vaticinan que el público potencial de internet (el que comenta, analiza, discute en las redes sociales) empieza a ser diferente del que va a las salas de cine. 
Los medios de comunicación parece que también siguen la máxima del ninguneo a formas paralelas de exhibición, aunque luego incluyan algún reportaje sobre las alternativas a las salas. Pero si una película no tiene fecha de estreno en una sala de cine, lo normal es que los medios (radio, televisión o prensa), decidan no hablar de ella. Es como si no existiera. Ejemplos recientes corroboran algunas estúpidas “líneas editoriales” de los principales medios de comunicación. También sería interesante reflexionar sobre los premios que conceden las academias, instituciones o, directamente los críticos de cine. ¿Por qué sólo se tienen en cuenta para ser valoradas las películas estrenadas en salas? ¿Por qué ese ninguneo constante (más sorprendente aún en el caso de la crítica) a las películas que se estrenan fuera de los circuitos "tradicionales"?
Para descrédito de los González-Macho que tenemos que soportar hablando del “futuro” del cine, el cambio parece cada vez más cercano. Sobre todo porque el estreno en VoD o PPV abarata notablemente las campañas de promoción de las películas. Los grandes estudios seguirán apostando por la exhibición tradicional para sus superproducciones, pero cada vez está más claro que su apuesta de cara a producciones de presupuesto medio o bajo pasa por encontrar nuevas ventanas. Y la apuesta de un cine europeo cada vez más difícil de financiar y de un cine español que importa un cojón al actual gobierno, debe ser la de encontrar otras formas por las que llegar a los espectadores. Éstos existen, pero están en otro sitio, lejos de las salas de cine. 

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