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“Adele y el misterio de la momia”: Match point a la muerte

Publicado el 12 septiembre 2010 por La Mirada De Ulises

[5/10] Entre la vida y la muerte, entre la aventura arqueológica y el sentimiento de culpabilidad, entre el asfalto parisino y el desierto egipcio se mueve Adele Blanc-Sec, una joven e intrépida reportera que desafía a vivos y difuntos… con tal de revivir al médico del faraón Ramsés II para que cure a su hermana en estado de coma. Unas intenciones llenas de humanidad de nuestra heroína que entran en colisión con los intereses crematísticos de sus rivales y que provocarán más de un enfrentamiento, aunque siempre con un tono cómico y esperpéntico, alejado de cualquier tipo de realismo o pretensión de solemnidad.

“Adele y el misterio de la momia”: Match point a la muerte

El universo de Luc Besson y de “Adele y el misterio de la momia” se desarrolla en unas coordenadas amables y complacientes, esperpénticas e ingenuas, con unas autoridades muy torpes y patéticas –aunque no tanto como los pérfidos exploradores– y unos individuos bondadosos e indefensos. Arquetipos que proceden del cómic de Jacques Tardi, y para los que Besson crea un ambiente fantasioso con un pterodáctilo que nace en los albores del siglo XX para provocar miedo en unos y esperanza en otros. La aventura que se inicia al estilo de una Indiana Jones con faldas y aires de suficiencia se torna pronto en pánico en el París de la guillotina ante un nuevo King Kong asustado… y el espectador se pregunta cuándo se entrelazarán las tramas y cuándo la historia cogerá cuerpo.

“Adele y el misterio de la momia”: Match point a la muerte

El secreto está en la habitación de Adele y en un trágico accidente sufrido en la pista de tenis: un match point en que el azar quiso que la muerte visitase a las hermanas Blanc-Sec. Desde entonces, la culpa –como al personaje de Woody Allen– entra en escena, aunque no de manera dramático-existencialista sino empujando a la audaz protagonista a nuevas aventuras y situaciones rocambolescas que llegan incluso a tener un punto de gracia, y que encuentran los mejores momentos con la vuelta a la vida de ¡un ingeniero físico-nuclear egipcio!, y más tarde en el Museo con el séquito de Ramsés III. Refinamiento y perplejidad para un choque de culturas en un Paris la nuit, y para un fino sentido del humor acompañado de curiosos actitudes en las momias ambulantes. Por fin conoceremos el misterio de la presencia de una pirámide en la plaza del Louvre, aunque nunca quedará claro el de la comunicación entre los espíritus inmortales y la descarga de energía del experto paleontólogo… Mejor la trama de Adele entre las momias que la de los asaltadores de tumbas o la de los naturalistas, y por supuesto que la del pánfilo enamorado.

“Adele y el misterio de la momia”: Match point a la muerte

Un guión algo inconexo y desequilibrado que tarda en arrancar y se demora con tanto disfraz en la cárcel, para unas interpretaciones que poco aportan a la historia –sí hay que destacar a Mathieu Amalric, irreconocible bajo el látex de la momia-ingeniero– pues sus caricaturescos personajes no esconden pliegues ni complejidades (como corresponde al cómic), y unos efectos infográficos mediocres al entrar en acción el pterodáctilo y más logrados con las momias. El resultado es un entretenimiento sin muchas pretensiones, con un despertador de muertos pretéritos que da risa y miedo a un mismo tiempo, una feminista posmoderna y decidida que tiene un gran corazón –un poco embalsamado, hay que decir– y unas situaciones disparatadas que pueden agradar a un espectador que no busque personajes ni historias redondas, que se conforme con un dibujo naïf y un recorrido previsible donde los muertos visitan a los vivos… y juegan un peloteo –que no partido– de tenis, con un match point (de muerte súbita) al fondo.

Calificación: 5/10

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En las imágenes: Fotogramas de “Adele y el misterio de la momia” – Copyright © 2010 Europa Corp., Apipoulaï y TF1 Films Production. Fotos por Magali Bragard. Distribuida en España por TriPictures. Todos los derechos reservados.


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