Aunque ha empezado ya el nuevo curso, quiero dejar un poco avanzar estas primeras semanas para poderos contar cosas sobre mi experiencia con los niños y lo que me enseñan cada día.
Por eso hoy me voy a centrar en mi papel como madre, ya que como sabéis de vez en cuando me gusta desahogar esas inquietudes, esas experiencias que llevo y que quizás sirven aunque sea a una sola persona para poder sentir ese "no soy la única".
Realmente, en todo el proceso desde que nos hacemos madres hasta que le tenemos cogido el "truquillo", aunque no sé realmente si eso llega alguna vez, deberíamos tener un grupo de apoyo de iguales, para entender que realmente no es incapacidad, desconocimiento, ni torpeza, lo que nos lleva a que la maternidad llegue a abrumarnos tanto.
Hoy quiero hablaros de cómo nos sentimos culpables inevitablemente, cuando queremos tener nuestro espacio, nuestro tiempo, cuando queremos hacer cosas que nos gustan, independientes de la maternidad.
Hace poco salí a un concierto con unas compañeras de trabajo, y aunque tengo claro que mis hijos estarían mejor que bien con mi marido, que tengo derecho salir, divertirme y tener tiempo para mí, siempre hay un huequito ahí dentro que se encarga de recordarme que no estoy con ellos.
Y creo que no soy la única, ya que no paro de leer a madres en @Twitter comentar, esto mismo, cuando hay una cierta separación de sus hijos, para hacer alguna cosa en solitario, para hacer algo para sí mismas.
Es normal sentirse así, como también es normal no sentirlo. Pero las mujeres que lo sienten, en algunos casos pueden llegar a convencerse que no son buenas madres, ya sea por que piensan que son egoístas, o porque creen que el papel de madre deja a un lado el papel de mujer.
Para nada es así, si queremos ser las mejores madres para nuestros hijos, lo primero y más beneficioso para ellos es que nos sintamos bien con nosotras mismas, para que este sentimiento se lo transmitamos también a ellos.
Las mujeres cuando nos convertimos en madres no dejamos de ser mujeres, con necesidades, gustos, aficiones y por supuesto sentimientos. Y no es necesario que sacrifiquemos esas cosas de manera total.
No somos las mismas como ya comenté en el post "Ya no soy la misma mujer", porque es verdad que hay muchos cambios tanto físicos, psicológicos, en nuestros hábitos, etc., pero eso no significa que dejemos de ser mujeres ante todo.
Si que es verdad que al principio se nos hará cuesta arriba poder mirar por nosotras mismas, ya que la atención de un bebé es casi exclusiva.
Pero a medida que pase el tiempo, a medida que empecemos a cogerle el ritmo a la maternidad, como comenté en el post "Conoce a tu bebé y confía en tu instinto como madre", todo se va haciendo más llevadero, y por supuesto, tenemos que contar con delegar responsabilidades.
Cuando hablamos de delegar responsabilidades en lo que concierne a nuestros hijos, y pensamos que tenemos que dejarlos con familiares, guardería, cuidador@ y demás, nos surge el miedo, la ansiedad de separación. Pensamos si de verdad estarán igual de bien que estarían con nosotros.
Pero hay que superar eso, esa ansiedad de separación, tenemos que superarla por nuestro bien, y por el de ellos, porque realmente en algún momento llegará esa separación y aunque nos inunde el sentimiento de culpabilidad por no estar con ellos, que como he dicho a la mayoría nos pasa.
No debemos evitar sentirlo, porque lo haremos de todas formas, pero jamás dejaremos que éste nos haga pensar que somos malas madres.
Por eso dedícate tiempo, y tiempo de calidad, siéntete de vez en cuando la primera, el centro, a la que hay que cuidar.
Haz cosas para tí, haz cosas que te apetezcan, que te hagan sentir bien, que te hagan sentir importante, y que no impliquen necesariamente ser madre.
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