Cuando hablamos de adicción, generalmente asociamos este trastorno del comportamiento a las drogas, el alcohol o el tabaco. Sin embargo, desde hace tiempo los endocrinos y los neurocientíficos han observado la aparición de la adicción a la comida, que genera problemas tanto a nivel físico como psicológico. Por tanto, podemos encontrar adicciones químicas (como las nombradas anteriormente) y adicciones no químicas (a la comida, al trabajo, al sexo, etc.).
Las personas que sufren adicción a la comida o a diversos alimentos no son capaces de controlar su consumo y sienten una necesidad continua de ingerir alimentos. Además, sus emociones están muy ligadas a la cantidad de comida que ingieren o a la manera en que la ingieren, que en muchos casos suele ser de manera compulsiva. Cuando no están comiendo, pueden presentar irritabilidad.
Estos alimentos hacen sentir culpable a la persona y ponen en jaque su fuerza de voluntad. Esto es posible porque son alimentos que estimulan los centros cerebrales, es decir, tienen sustancias que producen satisfacción. Un estudio realizado por la Universidad de Michigan (EEUU) desveló dos factores que convertían a un alimento en adictivo: el índice glucémico y la cantidad de grasas. Algunos alimentos con un índice glucémico alto y alimentos ricos en grasas, así como los carbohidratos, pueden activar los circuitos cerebrales que están relacionados con la recompensa y, esta satisfacción que producen, hacen que las personas busquen de nuevo esas sensaciones.
“Se trata de un mecanismo muy similar al de las drogas”, explica Francisco Pérez Jiménez, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba. “La hipótesis es que el ser humano, cuando come, recibe una compensación, ya que los alimentos le causan placer”, expone el endocrinólogo. En este contexto, “las personas a las que el alimento les produce menos satisfacción suelen coger más peso porque tienden a consumir más para conseguir esa gratificación”, agrega.
Muchos expertos coinciden en que no se puede hablar en los mismos términos de adicción cuando nos referimos a las drogas y a la comida, si bien encontramos conductas en común también tienen muchas diferencias. Entre los aspectos en común, en ambos casos se puede llegar a la pérdida de control. Al igual que sucede en muchas ocasiones con las drogas, los adictos a la comida pueden sufrir una recaída tras haber moderado su consumo. Tanto las sustancias estupefacientes como la comida producen el mismo efecto en los neurotransmisores del cerebro y hacen que se segregue dopamina.
Entre los alimentos que más adicción pueden causar se encuentran principalmente aquellos que contienen niveles altos de grasas, azúcares y carbohidratos. En general, las comidas procesadas son aquellas que resultan más adictivas. Entre los alimentos más adictivos encontramos:
- Chocolate: no importa si se trata de onzas de chocolate, de M&Ms o de bombones. Cuánto más dulce se percibe un alimento más adictivo resulta. La mayoría de las veces se trata de productos pequeños, como los citados M&Ms, cuya forma pequeña engaña a nuestras papilas gustativas y nos conduce a comerlos en exceso. El chocolate contiene gran cantidad de sustancias químicas que influyen en varios receptores neuronales y, además, su principal acción es energizante y estimulante
- Snacks fritos y palomitas: aunque estos snacks fritos cuentan con aditivos del sabor y con colorantes, las personas al comerlos no encuentran un único sabor dominante sino varios por lo que no tienen la sensación de estar saciados. Por su parte, las palomitas de bolsa que preparamos en el microondas también encabezan esta lista porque los envases contienen diacetil y pentanodiona que se disipan en el aire al prepararlas y que envían señales a nuestro cerebro para que ansiemos comerlas.
- Patatas fritas y hamburguesas: por su combinación de grasas, almidón y su naturaleza altamente procesada.
- Cafés y té: la cafeína y la teína ayudan a mantener la actividad y a evitar el sueño, sin embargo, después de sus efectos pueden producir una sensación de bajón. Además también pueden ser perjudiciales para la salud puesto que pueden provocar ansiedad, alteraciones del ritmo cardíaco o hipertensión (sobre todo la cafeína).