Importante: si estás luchando contra una adicción, pide ayuda. Acude con un profesional de la salud que pueda sacarte adelante. No sigas el consejo de personas igual de desinformadas que tú porque será contraproducente. Pide ayuda y verás cómo es más fácil. La práctica Zen no sustituye a un tratamiento profesional, pero sí lo complementa.
Nota especial: Debido al interés que despertó el primer artículo, en lugar de solo 2 posts, publicaremos toda una serie.
Deseo. Avaricia. Sin control. Urgencia por la intoxicación. Falsa idea de bienestar y placer. Escape de la realidad. Son algunos de los conceptos que vienen a la mente cuando pensamos en esta condición destructiva llamada adicción. Desde el punto de vista de la práctica Zen, intoxicar la mente con cualquier químico o estímulo, es la puerta al sufrimiento.
Quizá al principio la persona adicta piense que controla la situación, pero la intoxicación es tan diabólicamente encantadora, que muy pronto se pierde el rumbo y el sentido de la realidad. Y como hemos mencionado en el post anterior, una mente intoxicada está muy lejos de vivir plenamente la vida y aún más lejos de una práctica espiritual profunda y significativa.
Una persona adicta, por más que pretenda que todo está bien, pasa por algo que llamamos tanha, la sed que jamás se extingue. Es esta situación que sin importar lo que se haga o lo que se consuma, nunca se está en paz ni satisfecho con la vida. De lo que sea que ha generado la obsesión, siempre necesita más.
Para el Buda, este hueco del ser es uno de los autoengaños más grandes, pues para empezar no somos lo que creemos que somos. El YO es tan solo una ilusión que se sale de control cuando hay intoxicación de por medio. Por esta razón, la esencia del Budismo Zen es la práctica de Zazen. Entra más se medita, más claro queda el hecho de que el YO, los pensamientos y las emociones; todo ello se puede dejar pasar para que no cause más angustia.
En Zazen experimentamos cómo los pensamientos surgen, se acercan, quieren tomar el control y luego los dejamos porque no los alimentamos. La ansiedad por intoxicarse tiene la misma naturaleza. Comienza como un pensamiento que, si es alimentado, tomará el control antes de darnos cuenta. Es por eso por lo que se necesita ayuda profesional y más si la adicción es química.
Las enseñanzas que el Buda nos dejó están diseñadas para soltar la madre de todas las adicciones: el YO. Si esta adicción puede ser comprendida y soltada, cualquier otra también. Para eso tenemos una colección de conceptos que, puestos en práctica con disciplina y constancia, pueden ser de gran apoyo para un tratamiento diseñado por un profesional. También ayudan mucho si se sigue el programa de los Doce Pasos de muchas asociaciones contra la adicción.
El sufrimiento humano, decía el Buda, llega cuando no podemos tener lo que queremos. También llega cuando no queremos soltar por lo que estamos obsesionados. Pero el sufrimiento, como todo en el universo, es impermanente.
Nuestra comprensión de lo que es adicción y recuperación reflejan estas enseñanzas. El sufrimiento en la adicción viene cuando una persona con adicción desea estar consumiendo, pero no puede en ese preciso momento. Además, el uso de estímulos o sustancias enmascaran las emociones negativas con las que no se quiere lidiar, lo que hace aún más poderosa la dependencia.
En su esencia, los conceptos más esenciales del Buda nos dan luz sobre las adicciones. En particular las Cuatro Nobles Verdades y los Cinco Preceptos Laicos. En el próximo post de esta serie exploraremos las Cuatro Nobles Verdades y cómo nos pueden ayudar a comprender la adicción.
Parte 1. El budismo ayuda contra la avidez
Parte 2. La naturaleza de la adicción