¿Has intentado muchas veces cambiar tu estado de ánimo y por más que lo intentas terminas encontrándote mal?, ¿estás consciente de donde proviene tu ansiedad pero no puedes evitar sentirte así?, ¿quieres cambiar un mal hábito pero vuelves a caer en lo mismo?
Aunque parezca increíble, la razón por la cual no podemos o se nos dificulta demasiado alcanzar el bienestar emocional que deseamos, ya sea que queramos dejar de sentirnos ansiosos, estresados, tristes, etc. es porque estamos tan habituados a ese malestar que de alguna manera se ha convertido en una especie de adicción. ¿Por qué una adicción? Por que a pesar de que conscientemente sabemos que lo que estamos haciendo no nos hace bien, e incluso conocemos la manera de dejar de hacerlo, volvemos a elegirlo una y otra vez. Pero, ¿cómo ocurre esto?
Nuestro cuerpo es como nuestra mente inconsciente, lo hemos acostumbrado por muchos años a reaccionar de cierta manera ante determinadas circunstancias durante muchos años, por lo que ahora, por más que le digamos lo que debe de hacer y la nueva forma en la que tiene que responder, el va a seguir haciendo lo mismo automáticamente.
Ejemplos de adicción al malestar
Por ejemplo, cuando queremos cambiar un mal hábito que nos ayudaría a alcanzar nuestras metas personales y para ello necesitamos levantarnos más temprano, hacer ejercicio, estudiar más, etc. cuando queremos comenzar a hacerlo, nos sentimos cansados y sin energía (debido a que durante muchos años hemos acostumbrado a nuestro cuerpo a sentirse de esa manera), por lo tanto comenzaremos a emitir pensamientos relacionados con la manera en la que nos sentimos, del tipo: “me siento muy cansado(a)”, “mejor empiezo mañana”, “¿para qué levantarme si puedo seguir descansando?”, “de todos modos es muy difícil llegar a alcanzar lo que deseo”, etc. Si respondemos a ese tipo de pensamientos y los tomamos como si fueran nuestra realidad, lo más seguro es que dejemos de lado nuestros nuevos propósitos y continuemos durmiendo, por lo tanto obtengamos los mismos resultados y nos sintamos insatisfechos e incapaces de hacer un cambio positivo en nuestra vida.
Un ejemplo relacionado con la ansiedad, si lo que nos la produce es hablar en público, salir de casa, estar en un lugar cerrado, etc., por más que nuestra mente quiera dirigir a nuestro cuerpo y decirle cosas como: “todo está bien”, “no tienes porque temer”, “estás tranquilo(a)”, etc. lo más seguro es que nuestro cuerpo, incluso antes de haber pensando en nada, comenzará a experimentar emociones relacionadas con la ansiedad como temblar, sudar, experimentar taquicardia, entre otras que en algún momento tuvo en el pasado y que se han ido repitiendo tantas veces a lo largo del tiempo que ya están automatizadas. Por lo tanto esos pensamientos de calma que estábamos intentando enviar a nuestro cuerpo, se irán convirtiendo en otros más negativos relacionados con la manera en la que se siente, como por ejemplo: “ya estoy nervioso(a)”, “no puedo evitarlo”, “siempre me pasa lo mismo”, “cada vez me siento peor”, etc. lo que evidentemente provocará que nuestro ánimo decaiga y nos sintamos mal con nosotros mismos.
¿Por qué no podemos avanzar?
Esto es similar a cuando nos encontramos en una zona de confort en donde realmente estamos sufriendo, pero de cierta manera nos sentimos seguros por estar en un terreno conocido. Algo así como lo que dice el dicho popular: “mas vale malo por conocido que bueno por conocer”. Como cuando nos encontramos en una relación tóxica en la que a pesar que sabemos lo mal que nos hace estar ahí, tememos tanto a lo desconocido y al que pasará si la dejamos que preferimos quedarnos ahí a pesar del sufrimiento.
Retomando el tema de la ansiedad y el del cambio de un mal hábito, nos sentimos tan identificados con esta manera de actuar y de sentir, que se nos hace imposible siquiera visualizarnos como unas personas mas realizadas y con un mayor nivel de bienestar emocional. Incluso inconscientemente, tememos llegar a sentirnos mejor y a lograr lo que deseamos, nos da miedo avanzar porque estaríamos entrando a un plano desconocido hasta ahora por nosotros mismos, en el que no sabemos de que manera actuar y como reaccionar ante ello.
Todo ello nos hace recaer en un círculo vicioso en donde todos nuestros pensamientos, emociones y acciones están dirigidas a lo familiar y sobre todo centradas en el pasado. En un pasado que no nos permite avanzar y desviarnos hacia nuevos horizontes, que nos hace mal y que a pesar de ello, nos sentimos incapaces de dejarlo. Pero, ¿por qué no enfocarnos en nuestro presente y en lo que realmente nos está ocurriendo momento a momento?, ¿por qué no dejar de vivir angustiado y condicionado por la ansiedad y/o el estrés?, ¿por qué no atrevernos a dar el paso hacia nuestros sueños? Y sobre todo, si nuestro cuerpo está tan condicionado, ¿cómo podemos lograrlo?
¿Podemos volvernos adictos al bienestar?
De la misma manera en la que hemos aprendido con el paso del tiempo a ser adictos al malestar, podemos comenzar a desaprenderlo y aprender una nueva manera de ser y de relacionarnos con el mundo. Podemos aprender a ser adictos al bienestar si así lo deseamos, aunque el hacerlo no sea tarea fácil, sobre todo si llevas muchos años con la misma manera de pensar, actuar y sentir. ¿Te atreves a hacerlo?
En mi siguiente artículo, voy a brindarte una serie de estrategias y recomendaciones que sin duda van a ayudarte a dar este paso tan importante hacia tu bienestar y desarrollo personal. ¡No te lo pierdas!