Por fin acaba este 2014, año que ha sido tan nefasto para mí en tantos aspectos. Dejando de lado los menos importantes o más fáciles de recomponer, me centraré en el que ha sido una de las experiencias que más honda huella ha dejado en mí.
Y es que el hecho de haber pasado varios meses enfermo por primera vez en mi vida, hace que uno se empiece a plantear situaciones que antes parecían lejanas o poco probables de suceder en mi propia persona. Dentro de este entorno negativo, lo que quiero realmente resaltar y poner de manifiesto, es todo lo positivo que se puede llegar a sacar de una calamitosa situación.
Una vez superada la enfermedad y con el cuerpo algo recuperado, me planteé la posibilidad de empezar a cuidarme un poco, vigilando la alimentación para que la curva de la felicidad no se desbordase y hacer un poco de deporte para mantenerse en forma. Intenté correr, tan de moda ultimamente y tan barato en cuanto a equipamiento y flexibilidad en los horarios, pero fue un fracaso. Aparte de que no conseguí correr durante más de quince minutos sin pensar en que algún órgano importante saldría por mi boca, no me satisfacía ni me encontraba a gusto mientras lo practicaba. La otra posibilidad que se me ocurrió fue recuperar una vieja bicicleta de montaña que había en el garage de mis padres. Aunque antigua, estaba de estreno pues no se había usado nunca, y ahí di en el clavo. Empecé a salir con ella por los caminos de los alrededores y poco a poco le cogí gustillo y comencé a salir más. Casi sin darme cuenta me vi equipado y renovado disfrutando de esta nueva actividad. La sensación que produce en mí es un poco extraña porque parece relacionar sufrimiento y satisfacción en relación directamente proporcional: contra más barro, viento o cuestas hay que superar, más reconfortante es la recompensa recibida.
Así, a finales de año, me encuentro muy bien física y emocionalmente, mejor preparado para superar los retos que se ponen por delante, ya que a todo esto que os he contado, se suma un próximo cambio de lugar de trabajo, con todo lo que ello supone. Incluso tengo ánimos para llevar a cabo una tarea que siempre me ha dado mucha pereza y que no es otra que ajustar la plantilla del blog a los monitores panorámicos. Un buen momento que me costaba atisbar allá por el mes de Marzo y que sin embargo ha llegado; un proceso de renovación total en mi persona que no sé si tiene mucho que ver con la crisis de los cuarenta, pero a mí me ha coincidido de pleno.