De CRIANDO CON AMOR
Hace dos meses la abuela Lala (mamá de H. y única abuela de mis hijos, ya que mi mamá falleció cuando yo era chica) fue hospitalizada por un fuerte cólico.Luego de varios estudios y de un mes internada en una clínica de PAMI, con un servicio nefasto, el diagnostico no fue nada bueno, y el pronostico aun menos alentador.Sin embargo, con la fortaleza, la garra y el empuje que siempre la caracterizó, la abuela Lala la luchó durante un mes más...Finalmente, la enfermedad ganó esta batalla, y el pasado jueves le dijimos "hasta luego". Hasta que nos volvamos a encontrar en otro lugar, en otra dimensión, en algún Cielo.Han sido días duros. Días tristes. Días de duelo.El clima en Buenos Aires ha acompañado nuestro estado de animo, y ese jueves la despidió llorando.
Es fácil hablar de la dicha de los nacimientos. Pero la contracara del comienzo de una vida, es el final de otra, a tal punto que en algunas culturas la diosa de la vida es también la diosa de la muerte.
Y hay que saber atravesar la muerte como lo que es: parte de la vida misma. Si aceptamos la llegada de la vida en nuestros hogares, debemos también comprender, aceptar y recibir la llegada del final.Y así, como parte de la vida, esto también se transformó en aprendizaje.Tuvimos que aprender a dejar ir a un ser querido, aprender a aceptar que hay cosas en la vida que no podemos cambiar, y sobre todo, tuvimos que enfrentar a nuestros hijos por primera vez con el concepto de muerte.No fue fácil. No solo porque nunca es fácil explicarle a un niño todo el misterio que rodea a la muerte, sino porque además no se trataba de cualquier muerte, sino de una muy cercana a todos nuestros corazones.Joaqui se permitió llorar cuando se lo dijimos. Desde entonces, tiene momentos de una profunda tristeza. Pero de a poco va elaborando todo lo que ha sucedido, y ha podido hablarlo, expresarlo verbal y físicamente. Emma no lo ha expresado en palabras, pero ha tenido unos días un tanto difíciles, comprensibles dentro del clima que se estaba viviendo en casa.A nosotros nos ha unido como pareja, y también como familia. Nos ha dado la oportunidad de valorar nuevamente, y con objetividad, la importancia relativa de ciertas cosas, y la gran importancia de aquellas que todos los días damos por sentadas: la vida, la salud, la alegría...Mis hijos perdieron una abuela super presente. Mi marido perdió a una madre alegre y luchadora. Yo perdí a una mujer excepcional, una suegra compinche y "gamba". Pero Lala vivirá siempre en nuestros corazones, cuando suene un tango, cuando Joaqui coma arroz con albondigas...Luego de haber hecho tanto por todos nosotros, y hasta que volvamos a encontrarnos, Lala, descansa en paz.