Después, pasé a la siguiente etapa, la Quijotesca, aquella en la que me sentía en la obligación de luchar contra los grandes molinos, de promulgar mi manera de hacer las cosas, de argumentarla, de convencer (e incluso reconvertir, ilusa y prepotente de mi) a los demás que lo que yo había decidido era lo mas sensato, meditado y mejor.
En esta etapa, incluso me negué a compartir experiencia vital o compañía, con quienes no opinaban como yo.
Me indignaba tanto ver, oír o leer ciertas cosas , que me llegaba a influir a nivel emocional.
Ahora me doy cuenta de que aquello no era mas que una etapa de crecimiento interior.
Una etapa como esas que pasan nuestros hijos con sus vergüenzas, sus "noes" y sus rabietas.
Una manera de reconocerme y reafirmarme como persona adulta, mujer y madre, por que aunque parezca mentira, este proceso comenzó a hacerse patente en mi, cuando me convertí en madre.
Ahora, con el paso del tiempo, se ha ido extendiendo en mi persona como una gran mancha de tinta de la cual me siento orgullosa y agradecida.
Por eso ahora respeto mas a las personas que antes.
Por eso ahora, me indigno menos.
Por eso ahora, casi de manera inmediata, logro comprender las sombras de los otros antes de juzgarlos.
¿Será la edad?
¿Será el Yoga?¿El reiki?
¿La meditación?
¿El Ho´pono pono?
¿Mis hijos?....
No lo se y no me importa, solo se, que simplemente ES.
Ojo: esto no significa que justifique ni todo comportamiento, ni en todo momento, ni a en cualquier contexto.
Solo es que ahora, no me veo empuñando la bandera de la verdad absoluta a la primera de cambio e intento no juzgar a la ligera, porque he reconocido en mi momentos en los que desde fuera se me podría tachar "de" ( poner la etiqueta que primero os venga a la mente) .