Una de las últimas fotografías de Philip Seymour Hoffman, en el festival de Sundance a mediados de enero
Lamentablemente, echando un ojo a su prolífica carrera me doy cuenta de que he pasado por alto las que son precisamente sus mejores actuaciones. La encarnación de Truman Capote en 'Capote' que le dio un Óscar en 2005, y cuyo valor se percibe con sólo ver un par de escenas; la de 'Boogie nights' que numerosos comentaristas recuerdan hoy; o su trabajo en 'The Master' que hace sólo un año le llevaba de nuevo ante la Academia como candidato a uno de sus premios (recibió en total 4 nominaciones, una como mejor actor principal y otras tres como secundario).
Philip Seymour Hoffman en 'Capote'
Para mí, Philip Seymour Hoffman fue ese tipo rechoncho y de voz profunda que pasó de interpretar personajes secundarios en títulos comerciales como 'Twister' o 'Entonces llegó ella' a sentarse en el Olimpo con su Hollywood con su Óscar por 'Capote' en la mano. Un actor versátil y con carácter, cuya sola presencia suponía un plus de calidad a la cinta en la que interviniera.
Secundario de lujo, como demuestran la citada 'The Master', 'La guerra de Charlie Wilson', por la que también optó al Óscar, o 'Moneyball'. O incluso la saga 'Los juegos del hambre', que le eligió para dar vida a uno de sus personajes más carismáticos, Plutarch, y que ahora deberá cubrir esa difícil vacante.
Philip Seymour Hoffman en 'Los juegos del hambre: en llamas'
El fallecimiento de Philip Seymour Hoffman deja también en el aire un par de películas y una serie de televisión, los proyectos que el actor tenía en mente cuando se le vio por última vez en público en el festival de Sundance. Padre de tres niños pequeños, el intérprete neoyorquino se ha ido para siempre dejando atrás un gran vacío en su familia, en el teatro (también fue candidato a los premios Tony) y en el cine, que sólo cada cierto tiempo tiene la oportunidad de conocer a un actor con el carisma, carácter y versatilidad de Philip Seymour Hoffman.