Revista Diario

Adios colecho adios

Por Myriam Cabanillas
El colecho entró en nuestras vidas ya en el hospital, cuando nació Ruben, mi hijo mayor.
Allí mismo las enfermeras me regañaban por dormir con mi peque sobre el pecho toda la noche.
Una vez en casa colechabamos como quien comete un delito: en silencio, evadiendo la preguntita de marras :"y ya duerme solo no?", respondiendo titubeantes: "eeehhh, si, si, claro".
Colechabamos con la sensación de estar haciéndolo todo mal y sin embargo era tan maravilloso dormir al lado de ese cuerpecito, escuchar su respiración sosegada, ver su cabecita redonda y pelona al darte la vuelta....
Pero el tiempo fue pasando, nosotros madurando y afianzandonos como padres, descubriendo información sobre lo beneficioso del colecho y pasamos a hacerlo con total seguridad, sin dar explicaciones y sin importarnos la opinión de los demás.
Muchas veces escuchábamos: "se va a mal acostumbrar!!", imposible oiga, la costumbre en nuestro hogar, es dormir todos juntos.
Mas de una vez mi hijo hizo amago de mudarse, el lo pedía, aguantaba el tiempo que era capaz y al poco tiempo volvía a la cama familiar (si,si, nada de cama de matrimonio,eso pasó a la historia el 3 de Noviembre del 2005).
Luego llegó Leyre y nos rompió los esquemas, ella no quería dormir en la misma cama que nosotros,es mas, en principio ni siquiera quería dormir en brazos, así que dormía en un anexo de la misma, todos juntos, pero no revueltos.
Pero pasa que este año he visto aumentar el nivel de independencia y autonomía en mis hijos (Leyre no me ha sorprendido demasiado,ella es así de nacimiento, independiente en la medida que su corta edad la deja, con las cosas muy claras y bastante individual) y Ruben está en etapa niño-pre-pre-adolescente, así que con la llegada del calor y la 4ª visita a la osteopata para quitarme el dolor de espalda y las contracturas varias un día decidí animarles a volar un poquito del nido, la idea era informarles de que a partir de ese momento dormirían en su cuarto cada uno, pero que tenían total libertad para volver a la cama familiar cuando quisieran.
Esa noche cuando los acosté en sus respectivas camitas, me sentí la peor madre de la historia, casi como si los abandonase a su suerte (si, así de melodramática es una, mi casa es diminuta y el pasillo es cortito,cortito,así que las habitaciones están pegadas unas a otras, menudo fiasco de abandono sería ese...), pasé la noche sin dormir, vigilando se se despertaban, se destapaban, se acurrucaban....pero no sucedió.
Me ha costado mucho acostumbrarme y me faltan en la habitación, pero ellos duermen genial, mis contracturas han mejorado, todos pasamos menos calor y creo que estaban preparados y esto entra dentro de mi deber de madre, que no solo consiste en respetar sus ritmos, si no también en fomentar su autonomía y creo que este era el momento oportuno.
Hay noches, en las que alguno de ellos o incluso los dos, vienen en mitad de la noche a la cama y se quedan, me da lo mismo, no me importa, el paso mas importante ya le hemos dado.
ADIÓS COLECHO, ADIOS!!!
Myriam Cabanillas

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