Esta es una historia basada en hechos reales:
A: Me encantan las recetas de tu blog
Yo: ¿En serio??? No sabía que seguías el blog. ¡Qué bien que te gusten!
B: Ah, ¿pero tú tienes un blog?
Yo: ¡Sí! De recetas y viajes, aunque es muy modesto. Pero disfruto con él.
B: ¿Y cómo se llama?
A: El Caldero de Minue, ¿no?
Yo: Eh, bueno sí. Nimuë.
A: Eeeeso. Mimune
B: Anda..El Caldero de …¿Numië has dicho?
Yo: ¬¬’
Normalmente aquí acaba la conversación. La gente pierde el interés. Aunque si muestran un poquito, les cuento que Nimuë era la compañera de Merlín en la mitología artúrica.
Una sacerdotisa druida joven y hermosa, que se volvió vieja y loca intentando encontrar El Caldero, uno de los tesoros de los dioses de la antigua Bretaña, y el más poderoso, pues otorgaba la inmortalidad.
Al principio me daba un poco igual. El blog era tan “para mi”, que no me importaba que la gente supiera o no cómo se llamaba. Pero cuando empezamos a crecer, la cosa cambió, pues de pronto me encontraba a menudo dando explicaciones sobre el nombre del blog, o intentando que lo corrigieran.
Además, la parte de blog de reflexiones, que es como empezó El Caldero, ha ido poco a poco siendo relegada a un segundo plano, a la sombra de las dos temáticas principales del blog: la cocina y los viajes.
Fue una día cualquiera, pensando sobre esto, cuando se materializó un nombre en mi cabeza: el caldero viajero. ¡Era perfecto! Combina perfectamente las dos facetas del blog, es fácil de recordar, llamativo…¡me gusta!
Consulté a personas cercanas a mi entorno, y me descubrí argumentando más de la cuenta contra aquellas que me animaban a quedarme con El Caldero de Nimuë. Me di cuenta de que realmente me apetecía cambiar.
Me da mucha pena dejar atrás el nombre de Nimuë. Como cuento en la sección sobre el blog, soñé con ese nombre y me pareció como una señal del destino. Sabía que algo bueno saldría de ahí. Y así fue, pues poco después nació este blog. Pero como a todo en la vida, le ha llegado el momento de evolucionar.
Y además no será este el único cambio. Os voy avisando: pronto habrá más locuras y novedades. Aunque para eso aún queda algún tiempo.
¡Qué nervios!
Las dudas y los miedos al cambio están ahí. Por supuesto.Y si sale mal, estaré un tiempo lamentándome. Pero si no lo hago, estaré dándole vueltas toda la vida.
Así que, ¡ahí vamos!
Decid: “Adiós, El Caldero de Nimuë. Hola, El Caldero Viajero”