«Yo empezaba a ver mis propios miedos y mis propios deseos manifestándose fuera de mí, empezaba a ver en las vidas ajenas un comentario de la mía»(“A contraluz”, pág. 70)
«No voy a ser madre de nadie, no voy a tener hijos adultos que me canten el cumpleaños feliz cuando cumpla sesenta y cinco, no seré abuela de nadie ni tendré nietos con los que celebrar la Navidad. Se abre un abismo en mi interior, me asomo a algo grande, negro y vacío, y canto «happy birthday, dear mami, happy birthday to you», nunca viviré esto, es demasiado tarde.»(“Adultos”, pág. 77)
"Adultos" de Marie AubertLa blogosfera en la que me muevo -exclusivamente la de lectores y amantes del séptimo arte- esconde entre sus muchas virtudes la posibilidad de conocer a magníficos disfrutadores de la literatura y/o también del Cine. Mi muy buena amiga Marian, administradora del excelente blog MarianLEEmásLIBROS, allá por el pasado mes de noviembre publicó una reseña de la primera novela escrita por Marie Aubert. Muchas de las cosas que en ella comentaba llamaron poderosamente mi atención; entre ellas estaba la decisión femenina de tener o no tener hijos, la competencia entre hermanas y la excesiva permisividad con que los adultos hoy día se comportan con sus hijos cuando aún son niños, a los que consienten todo tipo de caprichadas sin importarles si sus juegos o protestas molestan o no a otras personas. Tras leer elementos tan sugestivos destacados por Marian me dije que debía leer "Adultos" de la noruega Marie Aubert. Y así lo he hecho.
Es una novela corta, de apenas 100 páginas que se lee muy bien y que atrapa desde el primer momento. La autora presenta en ella esa manera tan propia en los nórdicos de sentir la relación familiar e interpersonal. En la novelita se cita la película 'Celebración' de Thomas Vinterberg que es, ¡madre mía!, de 1998. Vi esta película en su momento y fue para mí toda una revelación. También vi con enorme gusto la adaptación teatral que de la misma hizo entre nosotros en 2017 Magüi Mira [leer aquí reseña hecha en este blog]. Tanto en la película de Vinterberg como en la novela de Marie Aubert tiene lugar una revelación ('epifanía', dicen ahora los modernos), un suceso que supone un antes y un después para todos o para alguno de los personajes. En "Celebración" sucede como en "Adultos" comenta Ida, la arquitecta soltera de 40 años, a su hermana Marthe en presencia de su cuñado Kristoffer y su sobrina Olea, «la escena de la mañana siguiente, cuando ya se sabe que el padre es pedófilo y trata de encontrar un sitio para sentarse a la mesa».
Naturalmente entre el padre de Celebración y la Ida de Adultos no hay ningún parecido; pero también ella, por las circunstancias vividas en la reunión familiar que los ha convocado para celebrar el 65 cumpleaños de la madre, ha experimentado en su interior un cambio, un descubrimiento, una transformación, ha tocado suelo, ha tomado conciencia de... Evidentemente no voy a decir nada más porque uno de los alicientes de esta narración es asistir a ese momento final. Leed la novela, estoy convencido de que disfrutaréis tanto como yo. A partir de la epifanía os plantearéis, ¡seguro!, muchas cuestiones; precisamente aquellas que señala Marian en su magnífica reseña y que me llevaron a mí a leer esta narración: la maternidad (su aceptación, la presión social, el deseo de ser madre, la decisión libre de no serlo, etc.), la rivalidad entre hermanas, la vida en soledad, las relaciones via Tinder y otras nuevas maneras de tener sexo, el comportamiento actual de los niños, la excesiva permisividad de los padres, etc.
Aunque no se cita en la novela, a mí algunos de los asuntos que se dirimen en ella me ham hecho recordar "Agosto", la obra de Tracy Letts adaptada al cine en 2027 por John Wells, genialmente interpretada por Meryl Streep y Julia Roberts entre otros intérpretes. Al igual que en el film, en Adultos muchos asuntos afloran en la reunión familiar que convocó a los miembros de la familia para celebrar el 65 cumpleaños de la madre. En "El blog de Juan Carlos" escribí hace ya seis años una comparativa entre la película de John Wells y la adaptación que para el teatro hizo el hace poco desaparecido Gerardo Vera que si os apetece podéis leer aquí.
He de decir, ya para finalizar, que cuando me dispuse a leer Adultos, el debut de la joven Marie Aubert (Oslo, 1979), pensé que iba a tratar sólo sobre niños. No ha sido así. Me ha sorprendido muy gratamente la profundidad con la que aborda otros temas de enorme importancia en la sociedad actual.
La novela está publicada por editorial Nórdica Libros
"A contraluz" de Rachel Cusk A contraluz de Rachel Cusk es una novela que llegó a mi casa de la mano de un Amigo Invisible, no del de este año, sino del del año pasado. Al acercarse el correspondiente de 2023 decidí leerla por eso de que no se me acumulase el trabajo (ja, ja...). Es una novela curiosa en la que como dice un personaje en una de las 10 partes en que se estructura la trama «a veces todo se condensa en una palabra y ya no cabe decir más». Así es en el caso del título, pues "a contraluz" es como los lectores sabemos, entendemos y conocemos a la protagonista del relato: una escritora, profesora de escritura creativa a la que, en el curso que imparte en Atenas durante una semana de agosto junto a otros novelistas como ella, conoceremos a través de las conversaciones que mantenga con una serie de personajes diversos con los que contacta durante esa estancia. El primero es un hombre con el que coincide en el vuelo que la traslada desde Manchester a Atenas. Quizás sea este personaje el que más información nos dé sobre sí mismo (casado y divorciado dos veces, aparentemente rico, bon vivant, mujeriego...) y de resultas sobre su interlocutora que reacciona a sus pretensiones de establecer una relación que vaya más allá de la pura amistad.
Con menos papel, pero con la misma carga informativa que la que nos proporciona el «vecino de vuelo» de la escritora profesora, aparecen otros seres como Ryan, compañero y profesor como ella en la escuela de letras; Paniotis, un viejo amigo griego; Angekiki, novelista amiga de Paniotis; Elena, guapa amiga de la narradora, y la pareja de esta, Melete, «una de las más destacadas poetas lesbianas de Grecia»; los alumnos de su clase del taller de escritura (Georgou, Clio, Theo, Penélope…) quienes en los relatos que escriben como ejercicios muestran diversos comportamientos y respuestas a los problemas del mundo; y Anne, profesora inglesa como ella en el curso de escritura, que llega a la misma casa donde la protagonista ya está preparando las maletas para en pocas horas abandonar la capital griega. En una especie de afán por cerrar de manera circular la novela construida en secuencias, de pasada en la décima reaparece el vecino de vuelo pertinaz en su pretensión por estar con ella. Curiosamente este personaje, el más real e inculto, es al que da más cancha nuestra protagonista. A su deseo último de dar una vuelta con él ella responderá negativamente
«En ese caso, dijo él, me dejas muy infligido.Querrás decir afligido, lo corregí.Mis disculpas. Quería decir afligido, por supuesto.»Es una novela inmersa en el mundo de la literatura, un mundo bastante lejano al común de los mortales. Salvo el «vecino de vuelo» todos los personajes tienen de una u otra manera relación con ella. Este vecino de vuelo se hace simpático al lector porque pone a la protagonista en contacto con la auténtica realidad. Ella misma en sus clases de escritura quiere llevar la literatura a contactar con esa realidad, con el mundo de lo concreto; de ahí que como profesora proponga a sus seis o siete alumnos ejercicios de escritura con base siempre en el mundo de lo concreto («les pedí que me contaran algo que, de camino al aula, les hubiera llamado la atención.» , «la tarea consistía en escribir un relato en el que saliera un animal»). Y es que lo concreto, lo real, los otros... son esenciales para conocer a las personas y conocernos a nosotros mismos silueteados a través de ellos. Somos en tanto en cuanto nos mostramos y nos reconocemos o no en los demás.
«Son curiosas las ganas con las que los demás te animan a hacer cosas que ellos no harían ni en sueños, ese entusiasmo con el que te guían hacia tu propia destrucción»
Estamos, pues, ante una novela que cabe calificar de experimental. Es una novela en la que en realidad no pasa nada, no sucede nada. Es la vida, la realidad, lo único que ocurre. Es en ella, en su cotidianidad, incluso en su trivialidad, donde nos realizamos. Lo reconoce y lo formula con claridad uno de los personajes:
«Sería interesante que nos planteáramos, dijo Georgeou, si el papel del artista no debería consistir sencillamente en registrar secuencias, algo para lo que quizá algún día alguien pudiera programar un ordenador. Quién sabe si hasta la cuestión del estilo personal podría reducirse a secuencias configuradas a partir de un número de alternativas finito».
Vamos, o sea, en definitiva, lo que tenemos en nuestras manos, la novela A contraluz de Rachel Cusk.
La novela la publica Libros del asteroide, y como la mayoría de los libros que figuran en su catálogo merece ser leído.