#73
Párate ante el precipicio,
Esa oscuridad existencial,
Y llama hacia el vacío:
Seguramente te responderá.
El precipicio representa nuestro dilema como seres humanos, la sensación de que esta existencia es demasiado aleatoria, demasiado absurda. ¿Hay orden? ¿Hay una fuerza dirigiendo las cosas? Esos son los temas importantes, tan importantes que no podemos confiar en las escrituras, sino que debemos explorar por nosotros mismos.
Los seguidores del Tao comparan el vacío con un valle. Un valle es vacío, sin embargo es productivo y positivo. La vacuidad del valle permite que el agua se acumule para las plantas. Permite que la luz del sol dadora de vida inunde su superficie. Su apertura conforta a personas y animales por igual. El vacío no debería ser aterrador. Contiene, en cambio, todas las posibilidades. Mira en su interior, llámalo, no sólo con tu voz, sino con todo tu ser. Si tu grito es profundo y sincero, seguramente retornará un eco. Esa es la afirmación de nuestra existencia, la afirmación de que estamos en el camino correcto. Con ese estímulo, podemos continuar nuestras vidas y nuestras exploraciones. Entonces el vacío no es aterrador, sino un constante compañero.