Tetrapilón o entrada hacia el templo de Afrodita
En un principio no estaba en el plan del viaje. Cuando íbamos en el coche desde Selçuk a Pamukale, me pareció ver una señal hacia este sitio arqueológico. Pero sin más. Lo que teníamos pensado era ver Pamukkale e Hireápolis y al día siguiente, dios proveería. Pero después de ver todas las posibilidades que en noviembre nos podía dar la zona, vimos que lo más llamativo era Afrodisias. He de decir que no fui con el entusiasmo que me normalmente me caracteriza. Estaba ya un poco saturada de ciudades y templos grecoromanos y empezaba a notar la templitis aguda.Pero ciertas enfermedades se curan con lo que te las causan. Eso me pasó con Afrodisias. Una vez pagamos la entrada de 15TL (5€) y entramos al recinto, me di cuenta que Afrodisias tenía aspectos que los otros sitios no me ofrecieron.
Ágora de Afrodisias
Cuando vi el magnífico tetrapilón o entrada con cuatro puertas, supe que seguramente este lugar albergaba varias sorpresas. La puerta solitaria de entrada a la ciudad se conserva casi entera, con piedras blancas que en los días claros hacen que destaque más. Una maravilla de la arquitectura.Vista del tetrapilón desde el otro lado
¿Y qué sería Afrodisias sin un templo dedicado a Afrodita? Si no existiera un templo de Afrodita en Afrodisias, entonces la ciudad se llamaría de otra forma. Pero no queda mucho del culto a la diosa excepto algunas columnas, ya que se transformó en iglesia en la época bizantina.Para la siguiente parada hay que estar preparado. Hay que desviarse por un camino para llegar al estadio. El estadio es de grandes dimensiones (más de 250 metros de largo). Ahí se realizaban espectáculos teatrales, eventos deportivos y alguna que otra lucha de gladiadores., aunque no era su cometido principal. Ahí puedes subirte a las gradas, meterte en los pasillos de salida a la pista o ponerte en el centro de la arena y gritar: "Salve, César, los que van a morir te saludan". Te sentirás gladiador por un día, eso sí, sin un final tan dramático. Impresiona ver las dimensiones del estadio. Imagínate que estás viendo un espectáculo en aquella época y hay lleno absoluto, unas 30.000 personas. O lo que es mejor (o peor según lo que estés haciendo), estar en la arena con tal multitud mirándote. Abrumador.
Estadio de Afrodisias
Dejando atrás las luchas imaginarias de gladiadores, lo siguiente es buscar el odeón o buleterión (consejo municipal), donde los que gobernaban la ciudad discutían sobre si subir los impuestos o no sobre asientos de mármol que aún hoy se conservan. Aunque, como en muchos otros sitios, se utilizaba para espectáculos musicales.Odeón
Todavía quedan varios sitios que destacar en esta acrópolis, como las termas de Adriano o el ágora. Hay que pasar por ellos (y subir una cuesta) antes de llegar al teatro con sus termas en la parte de atrás.Termas de Adriano
El teatro no es ni tan grande como el de Éfeso, ni tan bonito como el de Hireápolis, pero tiene su encanto. A lo mejor es cosa mía, pero a mi los teatros me encantan. SI te fijas, todavía se ven los asientos VIP de la primera fila y el super VIP justo en el medio. Además los asientos están marcados. No sé si será porque pertenecían a alguien en concreto o porque era la numeración que tenían.Teatro con sus termas de Afrodisias
Con esto ya dirías que no queda nada más ¿verdad? Pues esta ciudad del amor guarda pequeñas grandes sorpresas. En este caso es el Sebasteión, un complejo religioso dedicado a César Augusto. Seguramente no hayas oído esta palabra en tu vida, como me pasó a mi. Así que te explico lo que es: el Sebasteión es como un patio con pórticos a los laterales. En estos pórticos hay relieves en mármol explicando la mitología, héroes o algún que otro emperador.Sebasteión
Con esto nos despedimos de Afrodisias, una ciudad que al principio visité con muy pocas ganas, pero que me gustó mucho y que, si tienes tiempo, no dejes de ir. Como he dicho, nosotros fuimos desde Pamukkale, pero si volviera a nacer, habría cogido el desvío el día anterior y nos habríamos ahorrado la hora y media de ida y la hora de vuelta hasta el aeropuerto. Estos son cosas de la improvisación, pero también nos habríamos perdido el atardecer en Pamukkale, así que tampoco salió tan mal ¿no?Salve, Cesar, la que va a morir te saluda
La entrada a Afrodisias, a parte de la visita a la ciudad en sí, incluye también la entrada al museo del lugar. Nosotros no entramos, teníamos que poner rumbo al aeropuerto si queríamos coger el vuelo a Estambul.